Empezamos la recta final de la Novela de Jesús

En la semana anterior, la novela de Jesús fue impactante y llena de momentos para recordar y de enseñanzas sobre el paso de Jesús aquí en la Tierra. Si te la perdiste te damos un resumen de lo que pasó.

Lavado de pies

Al llegar al lugar en donde Jesús y sus discípulos iban a pasar la Pascua, el Mesías dejó a todos sorprendidos cuando se dispuso a lavarles los pies. Pero, cuando llegó el turno de Pedro, este se negó a que le lavara los pies, no obstante, accedió después de que Jesús le contestó: «Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.» (Juan 13:8). Al terminar les explicó que les había lavados los pies porque ellos le llaman Maestro y Señor, pero «un siervo no es mayor que su Señor, ni un enviado es mayor que el que lo envió. Si saben esto, serán felices si lo practican». (Juan 13:16-17). Después añadió: «No hablo de todos ustedes. Yo conozco a los que he escogido; pero es para que se cumpla la Escritura: “El que come Mi pan ha levantado contra Mí su talón”» (Juan 13:18) Dejando en claro que uno de ellos le iba a traicionar, por lo que todos quedaron sorprendidos.

Santa Cena

Jesús bendijo un pan y le dio un pedazo a cada uno de sus discípulos mientras les decía: «Tomen, coman; esto es Mi cuerpo» (Mateo 26:26) y luego levantó una copa y le dio gracias a Dios: «Beban todos de ella; porque esto es Mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados.» (Mateo 26:27-28). Al terminar de beber cada uno de la copa, les dijo: «desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día cuando lo beba nuevo con ustedes en el Reino de Mi Padre» (Mateo 26:29).

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Entonces, Santiago el chico le preguntó: ¿Señor quién es? y él le respondió: «Es aquel a quien Yo le dé el pedazo de pan que voy a mojar» (Juan 13:26). Cuando Judas Iscariote lo comió, el diablo se apareció a su lado y burlándose le pregunto: «¿Acaso soy yo, Señor? Tú lo has dicho», le contestó Jesús.» (Mateo 26:25), y añadió: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto» (Juan 13:27). En ese momento Judas se levantó, pero nadie en la mesa pensó que él era el traidor.

Después de que Judas salió de ahí, Jesús les dio un nuevo mandamiento: «como Yo los he amado, así también se amen los unos a los otros. En esto conocerán todos que son Mis discípulos, si se tienen amor los unos a los otros» (Juan 13:34-35). Y les prometió que les va a preparar el lugar en el que vivirán con Él en la Eternidad y les dijo que no tuvieran miedo, pues les dejaría en su lugar un consolador.  (Lee Juan 14:16-18).

Jesús le dice a Pedro que lo negará

Mientras Jesús les decía que ellos lo abandonarían, Pedro se acercó a Él y le dijo: «aunque todos te dejen, yo nunca lo haré». Pero Jesús le dijo:  «En verdad te digo que esta misma noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces», (Mateo 26: 34). Por lo que Él le respondió: «Simón, Simón, mira que Satanás los ha reclamado a ustedes para zarandearlos como a trigo; pero Yo he rogado por ti para que tu fe no falle; y tú, una vez que hayas regresado, fortalece a tus hermanos» (Lucas 22:31-32)

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Jesús en Getsemaní

Al ir a orar de madrugada, Jesús les pidió a algunos de sus discípulos que se mantuvieran despiertos con Él. Apartándose un poco para estar a solas, empezó a orar y dijo: «Padre Mío, si es posible, que pase de Mí esta copa; pero no sea como Yo quiero, sino como Tú quieras.», (Mateo 26:39). Al regresar con sus discípulos los encontró dormidos y les dijo: «¿Conque no pudieron velar una hora junto a Mí?  Velen y oren para que no entren en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil» (Mateo 26:40-41). Y se apartó de nuevo para orar, al terminar regresó a donde estaban y se dio cuenta de que seguían dormidos y les dijo: «Vean, ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! Miren, está cerca el que me entrega» (Mateo 26:45-46).

Arresto de Jesús

Al ir caminando Jesús, Pedro, Juan y Santiago se percataron que venían los soldados junto con Judas, y al acercarse, el traidor les dio una señal: «Al que yo bese, Él es; lo pueden prender» (Mateo 26:48), dando la señal, Jesús preguntó: «“A quién buscan?” “A Jesús el Nazareno”, le respondieron. Él les dijo: “Yo soy”. Y Judas, el que lo entregaba, estaba con ellos. Y cuando Él les dijo:” Yo soy”, retrocedieron y cayeron a tierra. Jesús entonces volvió a preguntarles: «¿A quién buscan?». «A Jesús el Nazareno», dijeron. Respondió Jesús: «Les he dicho que Yo soy; por tanto, si me buscan a Mí, dejen ir a estos». (Juan 18:4-8)

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Mientras se acercaban los soldados para arrestarlo, Pedro sacó una espada y cortó la oreja derecha de Malco, el siervo del sumo sacerdote, pero, al darse cuenta, Jesús se acercó y le devolvió su oreja, y le dijo a Pedro: «Mete la espada en la vaina. La copa que el Padre me ha dado, ¿acaso no he de beberla?» (Juan 18:11) En ese momento se llevaron a Jesús entre golpes e insultó, ante Caifás y Anás, porque querían que Él dijera que no era el hijo de Dios, para así poder matarlo, pero el Mesías se quedó callado, por ello el sumo sacerdote le dijo: «Te ordeno por el Dios viviente que nos digas si Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios.  Jesús le contestó: Tú mismo lo has dicho; sin embargo, a ustedes les digo que desde ahora verán al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder, y viniendo sobre las nubes del cielo» (Mateo 26:63-64), eso enfureció más al sumo sacerdote, y comenzó a insultarlo llamándolo impostor y falso profeta, pues lo único que buscaban era que fuera juzgado.

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