¿Escuchas la voz de Dios?

El pasado domingo 5 de mayo, el obispo Franklin recordaba la parte del Salmo 29 que resalta el poder y autoridad de la voz de Dios: «La voz del Señor es poderosa […]. La voz del Señor rompe los cedros» (Salmos 29:4-5).

Cuando alguien decide escuchar esta voz, ella le guía y quita cualquier inseguridad y miedo que la persona tenga. Porque le da seguridad y fuerza para enfrentar lo que sea. Pero mientras la persona no quiera oírla será guiada por las voces de este mundo, pues por todos lados hay una voz, ya sea en la televisión, la Internet, con familiares, amigos, etc. Y dependiendo de lo que escuche se verá afectada, pues esas voces le traerán dudas, miedos y preocupación. Un ejemplo de esto son los noticieros, solo hablan de muertes, violencia y problemas, por eso quienes los escuchan viven ansiosos y angustiados por todo lo que sucede.

«Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Juan 8:32).

La verdad solo proviene de Dios, por ello, para escucharlo es necesario prestar atención a Su Palabra. No obstante, «el diablo usa todos los medios para que usted no escuche la voz de Dios. Por eso hay quienes no consiguen leer la Biblia, la persona comienza a ojearla y le da sueño o cansancio; ella puede leer cualquier otra cosa, menos la Palabra», reitera el obispo.

El diablo no quiere que escuchemos la voz del Señor porque sabe que cuando eso sucede la persona es libre de las voces del mundo. Sin embargo, cuando ella decide ignorar la voz de Dios, tapando sus oídos, automáticamente le da valor a las otras voces que la van a llevar al fracaso. A modo de ejemplo, el obispo preguntó cuántos matrimonios no se han acabado por las ideas y comentarios de otros, como «todos son iguales», «yo ya pasé por eso, mejor sepárate», etc., porque esas voces no son la voz de Dios.

Entonces, ¿cómo oír la voz de Dios?

La voz de Dios es la Palabra del Señor. Cuando leemos la Biblia, Dios nos habla, por lo tanto, estamos escuchando Su voz y, cuando le prestamos atención, ella llena nuestro interior de fuerza para vencer cualquier situación que tengamos que atravesar. «Cuando una persona escucha la voz de Dios, resiste todo, ella soporta todo, y se mantiene firme hasta el final porque escuchó Su voz».

Cuando decidimos obedecer la voz del Altísimo, tomamos las actitudes correctas sin importar la situación, porque ella nos da la dirección y la convicción para realizarlo, al quitar el miedo y las dudas. Por ello, con gran lamento el Señor dice en Su Palabra: «Pero Mi pueblo no escuchó Mi voz; Israel no me obedeció. Por eso los entregué a la dureza de su corazón, para que anduvieran en sus propias intrigas. ¡Oh, si Mi pueblo me oyera, si Israel anduviera en Mis caminos! En un momento Yo subyugaría a sus enemigos y volvería Mi mano contra sus adversarios.» (Salmos 81:11-14).

Dios ve el sufrimiento de los seres humanos e incluso el obispo comentaba que el Señor sufre con ellos porque es Padre, sin embargo, aunque Él quiera ayudarles, no puede hacer nada si no quieren escucharlo. Es decir, Dios no abandona a nadie, son los humanos los que le dan la espalda cuando no quieren obedecer Su Palabra.

No obstante, en el momento en el que dicen: «voy a escuchar y obedecer a Dios», Él acude en su auxilio y derriba a sus enemigos (vicios, depresión, separación familiar, tristeza, deudas, enfermedades, etcétera).

«Dios quiere darnos lo mejor y la única cosa que Él quiere es que yo decida: “voy a obedecerlo, no me importa lo que digan los demás, yo voy a seguir la voz de Dios, voy a escuchar Su voz y seguir lo que me orienta”.

Si usted obedece Su voz, Él le va a guiar y le dará fuerzas; esa voz le sacará de sus problemas. Entonces voy a orar por usted que dice: “obispo, esta mañana quiero tomar esa decisión, quiero obedecer a esa voz, quiero que Dios me guíe, que Dios hable conmigo y me muestre Su voluntad”», finalizó.

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