¿Usted quiere ser rico? ¿Por qué no lo es?
Muchas personas miden el estado de su relación con Dios a través de las bendiciones que tienen, sin embargo, Su Palabra nos enseña que la verdadera riqueza es la del alma. Eso fue lo que mencionó el Obispo Franklin Sanches el pasado domingo 6 de agosto, pues enfatizó que, «mientras la persona esté pobre en el alma, siempre va a estar necesitada, incluso teniendo todo; ella va a tener dinero, pero nada más que eso, pues no va a ser alguien feliz, porque la riqueza más grande que una persona puede tener es la presencia de Dios en ella. Así, usted va a tener paz, y eso no se compra con dinero. Pero mientras la persona sea pobre en el alma, siempre va a estar buscando en las cosas algo que pueda llenar su alma».
Asimismo, les recordó a los presentes un ejemplo de esto, cuando Adán y Eva desobedecieron a Dios en el Jardín del Edén, a pesar de la belleza y abundancia que había, la verdadera riqueza de aquel paraíso era la presencia de Dios, lamentablemente, ellos no lo entendieron hasta que fueron expulsados del Jardín.
La historia se repite
«Estén atentos y cuídense de toda forma de avaricia; porque aun cuando alguien tenga abundancia, su vida no consiste en sus bienes.» (Lucas 12:15).
Esto es lo que pasa con las personas, ellas físicamente pueden ser bonitas y hasta exitosas, pero si no está la presencia de Dios, su vida será gris, nada la hará sentirse completa. El obispo ilustró de la siguiente manera: aunque un hombre tenga esposa e hijos, busca a otra persona, porque lo que tiene no es suficiente y piensa que la otra mujer le dará lo que le falta; solo que ese vacío únicamente puede ser llenado con Dios, y cuando usted tiene la riqueza (que es la presencia de Dios), no va depender de los demás para ser feliz, pues la felicidad es un estado de espíritu.
La Palabra de Dios nos muestra un ejemplo de esta condición del ser humano en Lucas 12:16-19:
«La tierra de cierto hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí: “¿Qué haré, ya que no tengo dónde almacenar mis cosechas?”. Entonces dijo: “Esto haré: derribaré mis graneros y edificaré otros más grandes, y allí almacenaré todo mi grano y mis bienes Y diré a mi alma: alma, tienes muchos bienes depositados para muchos años; descansa, come, bebe, diviértete”.».
El creía que, entre más tuviera, su alma podría descansar, no obstante, el obispo señaló que, en realidad, las personas con dinero no tienen paz porque tienen miedo a que les roben y los secuestren. Su dinero les puede comprar un buen colchón, pastillas para dormir, pero no la paz y descanso de su alma.
Asimismo, podemos ver como en el ejemplo bíblico, la persona solo se estaba ofreciendo cosas pasajeras «solo por una temporada, un periodo, nada más; pero lo que Dios me ofrece, lo que Jesús le ofrece a usted, es paz, tranquilidad, felicidad y, sobre todo, la salvación de nuestra alma. Cuando su alma tenga un encuentro con Jesús y el Espíritu Santo entre en su vida, usted va a estar en paz, porque su alma sabe que cuando ella se desprenda de ese cuerpo, tendrá un salvador. Pero, si Jesús no está en mi interior, si tengo un alma pobre, entonces estoy desesperado, pues sé que a la hora en que muera voy a estar separado del Salvador porque yo no lo busqué, porque no lo tuve en vida. Ese hombre cometió esa locura, como muchos que creen que van a encontrar la felicidad en una pareja, trabajo, título, hombre, mujer; pero no lo harán porque todo eso pasa, todo eso acaba», enfatizó.
«Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te reclaman el alma; y ahora, ¿para quién será lo que has provisto?”. Así es el que acumula tesoro para sí, y no es rico para con Dios» (Lucas 12:20-21).
Nadie puede evitar la muerte y el obispo Franklin decía que al morir no hay diferencias por el estatus social o aspecto físico, ahí todos somos iguales, lo que hará la diferencia es el destino del alma de cada uno. Ahí, quien priorizó personas o cosas y no cuidó de su alma, verá que no valió la pena, ya que perdió de vista lo más valioso. La mayor riqueza es la salvación del alma, todo lo demás es un extra, y Dios no desampara a aquellos que lo buscan, el proveerá lo que la persona necesita si ella lo prioriza a Él y, por lo tanto, su salvación, porque a diferencia del cuerpo y las cosas de esta vida, el alma es eterna.
Como nadie sabe el día ni la hora de su muerte, «lo más prudente es estar preparado. Por eso es que Dios lo llamó necio, porque solo cuidó de esta vida y al morir no se llevó nada; construyó los almacenes más grandes, tuvo más frutos, más dinero y ¿que se llevó?, nada. “Pero, obispo, por lo menos él dejó algo para sus hijos”, sí, pero si el alma de él se va al infierno, ¿de que sirvió? Era mejor que no dejara nada, pero que fuera salvo; es mejor dar un buen testimonio de Jesús para que mis hijos también sean salvos, que tener todo en esta vida e ir al infierno.
Entonces, Dios no está en contra de la prosperidad, lo que Él no quiere es que usted haga de lo material su riqueza, su riqueza tiene que ser Jesús; Él es la riqueza, el Espíritu Santo es la mayor riqueza que usted debe tener», apuntó.
Finalmente, el obispo dejó en claro que aquel que tiene la conciencia de quién es la verdadera riqueza y de la eternidad de su alma, se mantiene preparado, pues lo importante es la salvación. «Si usted está salvo, entonces, al llegar la hora usted va a dar gracias a Dios porque usted se irá al cielo con Cristo para estar toda la eternidad con Él; es por eso que estamos aquí, trabajamos para que ustedes conozcan a Jesús y sean salvos», finalizó.
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