No entierres los talentos

Descubre tus talentos, mejóralos y ten éxito en tu vida profesional y personal

El talento es la habilidad personal para realizar determinadas actividades de manera eficiente. Puede ser innato o puede desarrollarse a través del estudio y la práctica constantes. Los atletas, por ejemplo, descubren o desarrollan su aptitud, se preparan y pueden construir una carrera deportiva exitosa.

Al igual que los atletas, todos tienen la oportunidad de construir una carrera en función de su aptitud, pero muchas personas no se dan cuenta de esto. Por lo general, las personas se sienten insatisfechas con el trabajo que realizan, ya que no tienen las habilidades para aquello o felicidad en hacerlo. Muchas veces, hasta piensan en cambiar de campo laboral, pero no saben cómo. La recomendación para ellos es: usa tu talento.

Todos tienen al menos un talento, pero no todo el mundo lo ha descubierto o se ha dado cuenta de que es posible sustentar su vida profesional en él, y esto puede dar la falsa impresión de que no hay talento por descubrir y desarrollar. Sin embargo, cuando los talentos son detectados y aprovechados, nos conducen al éxito y la satisfacción.

Independientemente de tu realidad, ya seas un joven que busca ingresar al mercado laboral, alguien que busca un nuevo trabajo o incluso un profesional consolidado, debes saber que, para ser feliz y crecer profesionalmente, es necesario descubrir y utilizar correctamente tu talento.

¿Cómo inviertes?

En Mateo 25:14-30, encontramos la Parábola de los Talentos, contada por Jesús. Esta nos habla de un hombre rico que se fue de viaje, pero primero confió sus talentos –que en esa época correspondían a altos valores monetarios, a tres sirvientes. El primero recibió cinco talentos de oro; el segundo recibió dos talentos y el tercero recibió un solo talento. Después de un tiempo, el hombre volvió y fue a ver qué hacían los sirvientes con los talentos que habían recibido. El primero le dijo que invirtió los cinco talentos y por eso adquirió cinco más. El segundo hizo lo mismo con sus dos talentos y así hizo cuatro. El tercer sirviente, por miedo, decidió que la opción más segura sería enterrar el talento. Entonces, el señor recompensó a los dos sirvientes que valoraron sus talentos –ellos fueron llamados de buenos y fieles– y retiró al tercero el único talento que le había confiado.

Como el hombre rico, Dios da talentos a todos y depende de cada uno decidir qué hacer con ellos. Muchos, como el siervo mencionado en la parábola, optan por enterrar este talento. La persona entierra su talento al afirmar que no tiene ninguno, cuando no sale de su zona de confort y se deja dominar por el miedo al fracaso, o cuando no hace nada por descubrir o desarrollar su talento, entre otras formas.

Al respecto, los especialistas en desarrollo personal explican que descubrir e identificar los talentos personales es importante por varias razones. Por ejemplo, si uno conoce sus talentos, puede enfocarse en áreas en las que tiene una habilidad más natural, lo que en consecuencia aumentará sus posibilidades de éxito y satisfacción personal. Y, si estás conectado con estos talentos, fortalecerás tu autoconfianza y autoestima.

Asimismo, la persona necesita considerar los sentimientos que le traen algunas actividades, como la alegría, el placer y la felicidad. También es necesario prestar atención a lo que hace con excelencia y sin mucho esfuerzo. Por lo tanto, si haces algo que crees que es simple porque no requiere esfuerzo, pero otras personas no pueden hacerlo de forma natural, entonces ese es tu talento.

Congreso para el Éxito

Si te gustaría aprender más sobre cómo alcanzar el éxito personal y profesional, te invitamos a participar en las reuniones del Congreso para el Éxito. Este encuentro se realiza todos los lunes y el objetivo es aprender a usar la fe para vivir una transformación total. Te esperamos, especialmente a las 7 p. m. y a las 9 p. m., en el Templo de los Milagros: Av. Revolución núm. 253, col. Tacubaya. O bien, consulta la dirección de la Universal más cercana a tu hogar.