La caspa no es solo cuestión de estética

En una sociedad como la nuestra, la belleza es altamente valorada, por ello, afecciones como la caspa resultan no solo incomodas, sino que pueden tener consecuencias en la autoestima de quienes la padecen.

Este padecimiento es muy frecuente y se manifiesta a través de la descamación del cuero cabelludo y la comezón. Entre sus causas están el hongo llamado Malassezia, el exceso de sebo, la sensibilidad en el cuero cabelludo a ciertos productos capilares o al ambiente como puede ser el clima frío. Y, en términos generales, se pueden distinguir 3 tipos de caspa:

— Caspa seca: este tipo es el más frecuente y el más fácil de tratar, normalmente con un champú anticaspa. Quien la padece, visualmente encuentra varias escamas blancas y finas en el cuero cabelludo y en varias áreas del cabello.

— Caspa grasa: como su nombre lo indica, el aumento en la producción de sebo es la principal causa y se caracteriza por escamas más gruesas que las de la caspa seca, pues están recubiertas con grasa. En general, el cabello se ve aceitoso y es frecuente la caída de cabello.

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— Caspa por psoriasis: esta afección genera inflamación, comezón y enrojecimiento, así como costras o escamas gruesas. Cabe destacar que la psoriasis no es exclusiva del cuero cabelludo, ya que puede aparecer en otras zonas del cuerpo.

A pesar de que la aparición de la caspa se deba a distintos factores, hay algunos que puedes controlar, como:

• Mantén una higiene adecuada, dependiendo de tu tipo de cuero cabelludo, utiliza los productos correctos para no resecarlo o estimular la producción de sebo.
• Aliméntate de forma sana y equilibrada, además consume la cantidad necesaria de agua.
• Reduce el estrés, ya que entre otras cosas este puede desencadenar los síntomas e incluso la caída de cabello.

Ante cualquier problema, no dudes en consultar al especialista, pues te indicará los pasos a seguir.

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(*) La Universal aclara que todos los conceptos emitidos en este medio, así como la programación de radio y de televisión, son cuestiones de fe, en modo alguno deben ser interpretados como elementos con atribuciones terapéuticas, en demérito de la medicina, ni de quienes la practican. NO DEJES DE CONSULTAR A TU MÉDICO.