Si usted tiene la costumbre de hablar mal de las personas, no lea este artículo
Pero si decidió dejar de expresar comentarios maliciosos contra su prójimo, entienda por qué tomó la decisión correcta
¿Quién nunca oyó a alguien decir que la lengua es el órgano más difícil de controlar? Si usted, estimado internauta, ya lo escuchó, sepa que la persona que le dijo eso no estaba equivocada. Sin embargo, el problema no es solo el acto de hablar, sino el contenido que sale de la boca. En el libro de Santiago, capítulo 3, él habla sobre el tema:
“… pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios” (Santiago 3:8-9).
Es muy común ver a la gente que, por la mañana, están en la iglesia alabando a Dios. Pero, incluso antes de salir por las puertas del templo, ya están expresando comentarios llenos de veneno contra sus hermanos y, en el peor de los casos, los maldice.
Fíjese que Santiago aún enfatiza que las personas son hechas a imagen y semejanza de Dios. No debería ser algo normal y trivial hacer comentarios contra alguien que lleva en sí mismo la imagen del Altísimo.
La verdad es que muchos cristianos están preocupados en prevenir pecados que, para ellos, son “mayores”, sin embargo, olvidan que hablar mal de sus amigos, padres, parientes o sea quien sea también es un pecado.
Cuando una persona abre la boca para hablar mal de alguien, olvida el sacrificio que el Señor Jesús hizo en la cruz por la humanidad. Él no juzgaba, ni hacía comentarios maliciosos, solo decía palabras de ánimo, consuelo y, sobre todo, de Salvación.
Fe versus lengua
El obispo Edir Macedo, en una de las publicaciones de su blog, destacó que, para lograr defenderse de la lengua, es necesario, ante todo, estar en la fe. “Los de la fe sin sentimientos no juzgan de acuerdo con la apariencia, no le prestan atención a las cosas visibles, no son receptivos para las cosas que vienen de este mundo tenebroso”.
En el texto, él incluso reitera que las personas que mantienen una vida basada en la fe inteligente saben domar la lengua. “No les interesan las tonterías, pequeñeces y mucho menos las opiniones ajenas. No se preocupan por su imagen, lo que dirán, etc.”, señaló el obispo.
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