Quien usa la fe en el altar, se vuelve un realizador de sueños

Descubra la razón por la cual sus proyectos anteriores no se realizaron

Los sueños y deseos forman parte de la vida de todo ser humano. Sin embargo, a causa de los obstáculos que surgen en el camino, muchas personas desisten de realizarlos y dejan de soñar.

El obispo Odivan Pagnocelli, responsable del trabajo de la Universal de uno de los estados de Brasil, explica que existen diversos tipos de soñadores. “Desde la infancia, tenemos muchos sueños, pero, a medida que vamos creciendo y nos volvemos adultos, nuestros sueños también maduran. Y, mientras hay muchos que dedican gran parte de su vida para lograrlos, otros se frustran conforme pasa el tiempo y los sueños se vuelven cada vez más distantes. Nosotros nos topamos con varios tipos de soñadores: los que tienen sueños y no hacen nada para concretarlos, los que hacen de todo para materializarlos y los que desisten a medio camino. Solamente logran realizarlos los que perseveran hasta el fin y no les importan los sacrificios que tendrán que hacer para eso”, detalla.

El obispo señala que la Biblia relata la historia de varios hombres que soñaron y destacó a uno de ellos: “Moisés fue un hombre que soñó, sacrificó y realizó. Cuando descubrió en Egipto que formaba parte de aquel pueblo, él, con seguridad, soñó con verlo libre. Un ejemplo de eso fue cuando no aceptó ver a un esclavo siendo azotado. Allí, él aún no sabía qué hacer para liberar al pueblo, pero los años que sacrificó viviendo en el desierto, lejos de la vida confortable en el palacio, lo hicieron un hombre fuerte y capaz de guiar a una nación rumbo a la libertad”, ejemplifica.

Para obtener lo que se desea en la vida, es necesario hacer sacrificios. Si una persona trabaja constantemente y se esfuerza para conquistar un bien material, por ejemplo, va a lograrlo. Sin embargo, por haber hecho eso solo con la fuerza del brazo, corre el riesgo de perderlo. En cambio, lo que es conquistado por medio del uso de la Fe, en el Altar de Dios, es garantizado por Él para toda la vida, subraya el obispo Odivan. “Bajo la fuerza del brazo, el sueño está sujeto a todas las debilidades terrenales. Es como construir un edificio sin tener certeza de que su base va a soportar el peso de la obra. En cambio, los sueños realizados en el Altar son concretados en asociación con el Altísimo y ¿quién podrá detenerlo?”, cuestiona.

El tiempo de Dios

“El Altar no le debe nada a nadie. ¿Usted ya vio a Dios debiéndole algo a alguien? Obvio que no. El Altar representa al propio Dios. ¿Existe un lugar más seguro que este? Con certeza, no. ¡En Él está nuestra seguridad! La persona que sacrifica necesita entender que el tiempo de Dios no es el nuestro y que, en el momento correcto, Él cumplirá Su Palabra”, explica el obispo Odivan.

El obispo agrega que no existe otro camino para realizar sueños. “Nada que podamos sacrificar se puede comparar al mayor sacrificio que ya existió: el de Dios que dio a su Único Hijo por amor a nosotros. ‘Porque Dios amó al mundo de tal manera que dio a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que cree en Él no perezca, sino que tenga vida eterna’ (Juan 3:16)”.

¿En qué piensa?

Muchos padres no logran borrar de sus mentes la imagen de un hijo drogadicto y también hay muchas esposas que, al cerrar los ojos, solo logran ver el mal comportamiento del marido.

También existen personas sometidas a la miseria que no se creen merecedoras de algo mejor financieramente hablando.

Ellas, tal vez, ya no están soñando más, pero existe una orientación para ellas en la Palabra de Dios. En Isaías 14:24 está escrito: “El Señor de los ejércitos juró diciendo: Ciertamente se hará de la manera que lo he pensado, y será confirmado como lo he determinado”. Este versículo representa el poder de la Fe, que es la certeza de hechos que aún no existen. Quien entiende que la Fe hace posible la realización de los sueños, no tiene miedo de llegar al Altar del Señor de los Imposibles. Los que le confían al Altar la realización de los sueños más profundos, están seguros de que el tiempo y las dificultades no los pueden detener.