Primero Dios

¿Por qué algunas personas tienen miedo de la brujería, la envidia o un mal que les hacen los demás? Y ¿por qué hay quienes a pesar de sus capacidades, «palancas» y preparación las cosas no salen como esperan?

De acuerdo con lo que enseñó el obispo Franklin Sanches durante el encuentro realizado el pasado domingo 30 de octubre, esto se debe a que están solas y no están poniendo en orden las prioridades. Esa es la clave para tener éxito en esta vida y la venidera.

«Dios tiene sus tesoros, pero para que usted pueda tener acceso a esas cosas gloriosas y grandiosas, necesita entender que Él tiene que ser el primero en su vida. Eso no se muestra con palabras, sino con hechos», refirió el obispo.

Un ejemplo clásico del error que muchos cometen se encuentra precisamente en la historia de un joven rico que buscaba heredar la vida eterna (lee Marcos 10:17). Sin embargo, tratándose de la salvación, esta tiene que ser conquistada todos los días con sacrificio, esfuerzo y entrega a la Palabra de Dios. Por eso, Jesús le dijo cuál es el camino:

«Los mandamientos sabes: “No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre.” Él entonces, respondiendo, le dijo: —Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. Entonces Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo: —Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.» (Marcos 10:18-22).

Aquel joven tenía buenas enseñanzas y cumplía los mandamientos, sin embargo, eso no es suficiente para tener acceso a la salvación de su alma. El Señor Jesús no dijo que su riqueza fuera el problema, ya que eso se contradeciría con lo que una vez Él dijo, que vino a dar vida en abundancia; sino a esto: «Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios a los que confían en las riquezas!» (Marcos 10:18-22).

Al respecto, el obispo explicó que «no hay ningún problema que la persona viva bien. La cuestión es cuando coloca su confianza en sus bienes, riquezas, sabiduría, diplomas y hasta en las personas. Claro, Dios quiere que usted sea feliz en su matrimonio, que sus hijos sean bendecidos, pero su corazón no debe estar en ellos, sino que Él esté por encima de todo».

Algunas formas de ponerlo en primer lugar es serle fiel en sus primicias; orar en las mañanas al despertar; hablar con Él antes de comer, tomar el transporte o encender su coche, o bien, hacerlo cuando va a abrir su negocio. Honrar a Dios tiene su consecuencia, pero no es negativa:

«De cierto os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo: casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, aunque con persecuciones, y en el siglo venidero la vida eterna.» (Marcos 10:29-30).

En otras palabras, uno no solo recibe lo mejor en este mundo, sino también en «la vida eterna, es decir, Dios nos da sus tesoros. No se aferre a nada ni a nadie, póngalo a Él en su corazón y verá lo que hará en esta vida, brindándole lo mejor. Sí, habrá luchas, pero no importa, si Dios es el primero, vencerá a todos sus enemigos porque está por delante de usted; sin embargo, si no lo está, ahí sí tiene que temer.

Esta decisión nadie la puede tomar por usted. Lo que necesita hacer es entregarse a Él de cuerpo, alma y espíritu», finalizó.

Lee también: ¿Aprende con sus errores o con los de los demás?