¿Aprende con sus errores o con los de los demás?
Al leer la historia bíblica de Israel, podemos ver que los fracasos y sufrimientos que vivieron fueron por el hecho de haberse apartado de Dios. «Algunas personas acostumbran decir: “Dios me abandonó”, pero no es así. Son las personas las que le dan la espalda porque prefieren seguir sus propios caminos», explicó el obispo Franklin Sanches durante el Santo Culto del domingo 23 de octubre. En consecuencia, las personas sufren, no porque Él las castigue, sino porque todas nuestras actitudes y decisiones tienen consecuencias, buenas o malas.
Para evitar que cometamos este tipo de errores, Dios dejó escritos los tropiezos y sufrimientos de Israel; así, no tendríamos la necesidad de querer aprender con nuestros propios errores. El obispo Franklin dio el ejemplo de muchos jóvenes, quienes dicen: «papá, déjame cometer mis propios errores». Pero existe un dicho que dice que el inteligente aprende con sus errores, en cambio, el sabio aprende de los errores de los demás. No obstante, la Biblia en un manual de vida, «cuando usted comienza a leerla y reflexiona, sus actitudes y comportamientos cambian; usted se vuelve hacia Dios», explicó.
Las Sagradas Escrituras nos cuentan la historia de Nehemías un hombre que vivió en la época en la que Israel volvía del cautiverio de Babilonia. Él era copero del rey y, al saber que Jerusalén había sido destruida y que la gente se encontraba en una miseria terrible, habló con el emperador al que le servía para ver si este le dejaba volver a esa ciudad para reconstruirla. «Aquel lugar había sido destruido porque las personas se alejaron de Dios y esas fueron las consecuencias», Nehemías sabía el porqué, por eso, buscó a Dios.
«Nuestros reyes, nuestros gobernantes, nuestros sacerdotes y nuestros padres no pusieron por obra tu Ley, ni atendieron a tus mandamientos ni a los testimonios con que los amonestabas. Pero ellos en su reino y en los muchos bienes que les diste, y en la tierra espaciosa y fértil que entregaste delante de ellos, no te sirvieron, ni se convirtieron de sus malas obras» (Nehemías 9:33-35).
«Muchos cometen este error. Cuando Dios los bendice y logran conquistar su prosperidad, salud, familia, dicen: “ya no necesito ir a la iglesia” o “no necesito ir porque Dios está en todos lados”, eso es cierto, Dios está en todo lugar. Sin embargo, Él dijo: “Mi casa será llamada casa de oración”. Él creó la iglesia, un lugar de comunión y adoración al Señor», dijo el obispo.
En realidad, muchas personas no quieren tomar un compromiso con Dios, lo tratan como si no tuviera importancia, colocándolo después de sus amigos, de su trabajo y de sus compromisos. Pero cuando uno pone a Dios como prioridad quiere ofrecerle lo mejor de sí mismo. Por ejemplo, «el domingo se levanta temprano, se viste con su mejor ropa, llega puntual, porque antes de todo y de todos está Él», explicó.
«En cuanto a la tierra que diste a nuestros padres para que comieran de su fruto y de su bien, he aquí que en ella somos esclavos. […] Ellos se enseñorean de nuestros cuerpos y de nuestros ganados, conforme a su voluntad; y estamos en gran angustia» (Nehemías 9:36-37).
Al haberse alejado de Dios el pueblo de Israel pasó de ser dueño de la tierra a ser esclavo, les servía a otros a causa de sus pecados. «Reflexione. Dios le dio sabiduría e inteligencia para que a través de ellas usted pudiera desarrollar sus talentos. Dios les dio talentos a todos, algunos para cocinar, cantar, pintar, para la construcción, etc., para que los usáramos y pudiéramos tener una vida próspera». Pero cuando la persona se aleja de Dios, otros estarán usando su talento para enriquecerse. Incluso, algunos culpan a otras personas por la situación de miseria en la que viven, pero no asumen la responsabilidad de que no colocaron a Dios en el primer lugar de sus vidas.
Asimismo, cuando nos acercamos a Dios y pasamos a tener comunión con Él, el Espíritu Santo abre nuestra visión y nos muestra nuestro potencial.
Así pasó con el pueblo de Israel. Cuando ellos tomaron la decisión de volver a Dios, firmaron un pacto con Él: «A causa de todo esto, nosotros hacemos un firme compromiso, y lo escribimos. Y fue firmado por nuestros gobernantes, por nuestros levitas y por nuestros sacerdotes» (Nehemías 9:38).
Incluso, se comprometieron a serle fieles a Dios en todo lo que pasara por sus manos: «Y que cada año traeríamos a la casa del Señor las primicias de nuestra tierra […] y que los levitas llevarían el diezmo del diezmo a la casa de nuestro Dios, a las cámaras de la casa del tesoro» (Nehemías 10:35-38).
En el templo había un lugar que era conocido como la casa del tesoro, en donde depositaban la fidelidad del pueblo a Dios. De hecho, su nombre proviene de la grandeza y maravillas que Dios haría con el pueblo, pues los haría prosperar para que dentro de su templo hubiera tesoros. El Señor no quiere que nadie viva en la miseria, por eso, es muy importante tomar un compromiso, un pacto con Él, pues, ¿cómo Él puede darle tesoros si usted no le es fiel?
Eso hizo Nehemías, quería acabar con aquella desgracia, por eso él les hizo firmar un compromiso, Él le mostró al pueblo que, si ellos quisieran que Dios se volviera para ellos, ellos tendrían que volverse a Dios. Es decir, ponerlo siempre en primer lugar.
Entonces, no pierda más tiempo. Arregle su vida con Él ahora. Tal vez usted diga: «entendí que si sufrí es porque me aparté de Él, pero ya no abandonaré jamás la casa de Dios ni lo dejaré en segundo lugar». «Cuando uno se vuelve fiel a Dios, Él podrá confiarle Sus tesoros», finalizó.
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