¿Por qué Jesús pagó el tributo al templo?

Comprenda la lección que el Maestro quiso dejar

Los judíos le pagaban un sinnúmero de impuestos a Roma. Pero había uno que se diferenciaba de los demás y no que no se le pagaba al imperio romano. Era un tributo que existía desde los tiempos de Moisés, con el fin de ser usado en los servicios y el mantenimiento del Templo.

Es decir, Dios le había dado instrucciones al libertador de Su Pueblo que, al enumerar a los hijos de Israel, los hombres de la edad de veinte años en adelante debían ofrecer medio siclo de plata. Eso era equivalente a alrededor de seis gramos, como ofrenda para los servicios del Tabernáculo de Reunión (Éxodo 30:11-12).

Fue ese impuesto —que correspondía al valor de dos dracmas— que los cobradores de impuestos fueron a cobrarle a Pedro y preguntaron si Jesús tampoco pagaría.

En el momento en que Pedro entró a casa, probablemente para llevarle la situación al Maestro, antes de que dijera algo, Jesús, sorprendentemente le cuestionó:

“¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran los tributos o los impuestos? ¿De sus hijos, o de los extraños? Pedro le respondió: De los extraños. Jesús le dijo: Luego los hijos están exentos.” (Mateo 17:25-26).

El obispo Macedo aclara que “el Señor Jesús le mostró a Pedro que, como Hijo del Dueño del Templo, Él estaba exento de pagar aquel impuesto. Si los servicios sagrados tienen como finalidad rendirle culto a Dios, ¿cómo Jesús pagaría un impuesto para prestarse servicio a sí mismo?”.

La razón de Jesús para pagar el tributo al Templo

Sin embargo, el Señor Jesús sabía que las personas no comprenderían eso, a final de cuentas, no aceptaban que Él era el Mesías. Y, con el propósito de evitar escándalos, le dio la siguiente orientación a Su discípulo:

“Sin embargo, para no ofenderles, ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero; tómalo, y dáselo por mí y por ti.” (Mateo 17:27).

Un estatero equivalía a cuatro dracmas, exactamente el valor que Él y Pedro debían pagar.

“Eso nos da una gran lección: si lo que hacemos, a pesar de ser lícito, debilita u ofende la fe de alguien, entonces, no debemos hacerlo”, concluyó el obispo Edir Macedo.

Fe sin cuestionar

El obispo Renato Cardoso también habló del tema y agregó que cuando la persona obedece a Dios y empieza a usar la fe, sin cuestionar, entonces, tiene una nueva vida.

“Pedro ya había aprendido algunas lecciones, ya había vivido la experiencia de la pesca milagrosa. Y, por más loca que la petición de Jesús pueda parecer, Pedro decidió andar por la fe y no por vista; él decidió reprimir todo lo que sabía como pescador y hacer lo que Jesús ordenó”, explicó.

Y continuó: “Cuando usted aprende a caminar en el nivel de la fe, en el nivel de Dios —y no por lo que usted sabe, por lo que ve, o en la fuerza de su brazo, sino en la fuerza de la Palabra y de la Autoridad de Dios—, entonces va a descubrir lo sobrenatural y vivir en otro nivel. Entonces, hoy, usted empiece a vivir por la fe y no por sus ojos”, dijo el obispo.

Él aprovechó para invitar a todos lo que quieran vivir por la fe, y tener una vida bendecida, a asistir a la Universal más cercana a su domicilio este último domingo del mes de noviembre, el día 27.

En el Templo de los Milagros, la reunión principal se lleva a cabo especialmente a las 9:25 a. m., en Av. Revolución núm. 253, col. Tacubaya, CDMX. O bien, participe en la Universal más cercana a usted.