Mi pueblo nunca más será avergonzado

En el marco del 46.° aniversario de la Universal, durante el encuentro del pasado domingo 9 de julio, el obispo Franklin Sanches inició señalando que la iglesia ha vencido todo tipo de obstáculos a lo largo del tiempo porque su base está en lo que está escrito en la Palabra de Dios y, de la misma manera, cuando las personas se aferran a ella, entonces, logran tener un verdadero cambio de espíritu (de mentalidad) y de vida.

«Cuando la Palabra de Dios penetra la mente, la persona nunca más será la misma. Una vez que los pensamientos de Dios pasen a ocupar su mente, ya no dejará que sus pensamientos estén ocupados por ideas que le sembraron desde que nació, y por ese cambio de espíritu cambia la manera de ser, por lo que, en consecuencia, la vida también», explicó el obispo.

Algo que el obispo destacó fue que muchos intentan cambiar su exterior, como su ropa o apariencia, o cambian de pareja, de hogar, de país…, pero «continúan siendo la misma persona; solo el Espíritu Santo tiene la capacidad de transformar el interior del ser humano, nadie más, solo Él. ¿Y cómo hacer eso? A través de la Palabra; cuando uno va absorbiéndola, su mente se va limpiando de ideas y conceptos equivocados, a la vez que se va colocando la mente de Cristo».

El pueblo de Israel pasó por duras experiencias como hoy muchos viven: miseria, destrucción y devastación. Sin embargo, lo que necesitaban para que Dios actuara era precisamente tomar esa oportunidad que Él les extendió: la de resolver su problema interior.

«“Aun ahora”, declara el Señor, “Vuelvan a Mí de todo corazón, con ayuno, llanto y lamento. Rasguen su corazón y no sus vestidos”. Vuelvan ahora al Señor su Dios, porque Él es compasivo y clemente, lento para la ira, abundante en misericordia, y se arrepiente de infligir el mal.» (Joel 2:12-13).

«En otras palabras Dios le dijo a Su pueblo: “¿Quieren cambiar de vida? Vuelvan a Mí, con todo vuestro corazón”. Y ¿por qué de todo? Porque si usted quiere una transformación, el precio es toda su vida. La actitud que Dios espera de nosotros es volver verdaderamente arrepentidos, pues Dios no puede revelarse mientras uno continúe cometiendo los mismos errores y manteniendo su corazón en otro lugar. Es como un matrimonio, ¿quién acepta compartir a su pareja? Nadie, y es igual con Dios, Él espera todo de usted. Esa decisión es personal, nadie la puede tomar en su lugar», explicó el obispo.

Por otra parte, a Dios no le gusta ver a nadie sufrir, solo espera que las personas se arrepientan, sin importar su pasado y lo que hayan cometido: «lo que quiere que usted decida es “Yo quiero cambiar, ya no quiero ser esa persona”. La obra de Dios no comienza afuera, sino dentro de nosotros. Una vez que se toma esa elección, Él no dejará que usted viva avergonzado», añadió.

«Tendrán mucho que comer y se saciarán, y alabarán el nombre del Señor su Dios, que ha obrado maravillosamente con ustedes; y nunca jamás será avergonzado Mi pueblo.» 

(Joel 2:26).

Cuando uno se entrega al Señor Jesús, se vuelve parte del pueblo de Dios. En consecuencia, el Señor brindará la abundancia, pues lo que Él hace no es cosa pequeña, sino grande. Pero esa vergüenza solo terminará en el momento en que usted se entregue totalmente y reciba el Espíritu Santo, ya que, de ahí en adelante, el propio Dios le guiará.

Para finalizar, el obispo señaló que esa es la oportunidad que muchos necesitan tomar, la de volver a Dios, solo así es posible tener una vida transformada.

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