«Llegué a prostituirme para conseguir dinero»

Samara Rosete

“En mi niñez, mis padres se separaron y eso me causó mucho dolor. Como me quedé con mi madre, tenía que trabajar duro para que yo pudiera salir adelante. A ella le gustaba salir mucho a fiestas, por eso me la pasaba sola y hacía prácticamente lo que yo quería, como falta a la escuela cuantas veces quisiera.

A los 14 años, ya me había juntado con alguien y estaba embarazada, pero perdí el bebé. Vivía en mundo de infidelidades, insultos, pleitos… ¡preferí dejarlo! Por la depresión y la soledad, caí en las drogas, como la heroína, cocaína, marihuana y LSD, pero para ese entonces ya tenía un hijo de dos años que mi madre me cuidaba, mientras yo me prostituía para conseguir dinero. ¡Fue muy difícil!

En mis momentos de lucidez, le pedía a mi mamá que me anexara, pues ya no quería estar así. Sin embargo, una vez que salí de ahí, me volví a sentir vacía y triste. Traté de hacer una vida distinta, busqué un empleo y le dediqué tiempo a mi hijo, aun así no podía. Al poco tiempo, conocí a otro hombre con quien tuve a mi segunda hija, pero fue peor porque él era drogadicto y alcohólico.

Cabe mencionar que tuve un intento de suicidio.

Tras haber tocado tantas puertas sin obtener resultado alguno, una luz brilló: una señora me invitó al Centro de Ayuda Universal. Estaba tan desesperada que accedí. Llegué un domingo en la mañana y aunque al principio no entendía muchas cosas, la experiencia que tuve me permitió seguir yendo. Mi carácter fue cambiando conforme iba, me volví a amorosa, tenía paz y ya no me sentía sola.

Posteriormente, dejé los vicios y la prostitución, también luché para que mi familia estuviera unida. Hoy en día, puedo decir que después de 35 años, el sufrimiento se acabó. Lo mejor de todo es saber que Dios está con nosotros y que gracias a Él, ahora todo es nuevo en mi vida”.

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