¿Hacia qué voz te has inclinado?

Existe un bombardeo constante de voces que soplan sutilmente a los oídos de las personas. Ellas vienen de familiares, amigos, colegas de trabajo, empresas e influencers que dictan las tendencias, fomentan deseos y son motivadores para todo tipo de acciones.

Algunas mujeres, por ejemplo, ya oyeron que es mejor darle una oportunidad a una relación abusiva que quedarse soltera. Y cuántos no son influenciados en las redes sociales a seguir alguna moda con relación a la tecnología, o sobre el cuidado personal, viviéndose consumistas y hasta se endeudan para mantener las apariencias.

El problema es que toda esa variedad de voces acaba por silenciar la única Voz que realmente merece la atención: la de Dios. Esto es peligroso porque nuestras opiniones, juicios y críticas son formadas de acuerdo con lo que escuchamos. Dios, sabiendo de eso, nos enseña a priorizarlo por encima de cualquier voz que oímos.

Esta enseñanza se encuentra en el Salmos 78:1: «Escucha, pueblo mío, mi enseñanza; inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca». Solamente cuando Su voz recibe la debida atención, se vuelve posible distinguirla con claridad de entre todas las demás.

Lee también: ¿Ser amable en el trabajo te impide ser exitoso?

Pareciera que muchas veces escuchamos a Dios, ¿no es así?, porque leemos la Biblia, meditamos, vamos a la iglesia, porque sabemos muchas cosas de la Palabra, pero la forma más eficaz de oír la Voz de Dios es cuando se tienen momentos a solas con Él, y se reflexiona sobre lo que se ha oído, frente aquello que se ha vivido. Para después, pasar a ejercitar la fe para poner en práctica la Palabra de Dios.

Al contrario de la propia naturaleza

La Palabra tiene poder, ella le dio origen al mundo y hasta hoy es el alimento para el alma, pero escucharla es solo el primer paso, pues hay que tener disposición para obedecer aquello que Él orienta. ¿Es sencillo? Sí, pero eso no significa que sea una tarea fácil, porque «Mi pueblo insiste en rebelarse contra mí» (Oseas 11:7).

Desde siempre, la naturaleza humana tiende a apartarse de Dios y permitir que cualquier voz sobresalga a la del Altísimo. Por eso es importante meditar diariamente en intimidad en el Libro Sagrado, dedicándole tiempo de calidad y permitiendo que, aun con las tareas diarias, como trabajar o estudiar, la Voz de Dios prevalezca en tus pensamientos.

Pero eso es algo que solo se realiza si la persona tiene la intención, pues a ella le corresponde interesarse por Él, buscar Su Espíritu atender su instrucción. Asimismo, es necesario mantenerse alerta a las voces del mundo para no correr el riesgo de someterse a ellas. Por ello, en Romanos 8:6 está una advertencia: «el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz».

Piensa en esto.

Continua con: Mundial FJU: «Driblando el hambre y las drogas»