El fruto de la eternidad
«El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré a comer del Árbol de la Vida, que está en el Paraíso de Dios.» (Apocalipsis 2:7).
Era para que Adán y Eva comieran del fruto de ese árbol y vivieran para siempre, pero ellos perdieron ese derecho a causa del pecado que cometieron. A partir de entonces, todas las generaciones siguientes experimentaron la muerte.
En el Reino de los Cielos, el alma salva —es decir, el alma que obedeció la Palabra de Dios mientras vivió en la Tierra— comerá de ese fruto de la eternidad y andará con Dios en el Jardín Celestial.
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