Disciplina: el hábito de hacer lo que tiene que ser hecho 

Si quieres resultados grandes, es necesario sacrificar los placeres momentáneos, de eso se trata la disciplina. El término es simple, pero exige mucho empeño para ser puesto en práctica. La disciplina es el ingrediente principal para una vida de éxito en todas las áreas, al final, lleva al ser humano a hacer lo que tiene que ser hecho e ignorar la pereza, el desánimo y la procrastinación.

El poder de la disciplina es tan grande que un estudio realizado en 2006 por investigadores de la Universidad de Pensilvania, en los Estados Unidos, analizó el desempeño de estudiantes y llegó a la conclusión de que la autodisciplina es un mejor indicador del éxito académico que el coeficiente intelectual (IQ) elevado. Es decir, aquellos que se esforzaban más en los estudios, de forma consistente, sacaban notas más altas que los que eran considerados más inteligentes.

La misma lógica puede ser aplicada en las demás áreas de la vida.  El hombre está sufriendo la mayor crisis de identidad de la historia. Una razón para lo que está sucediendo es la falta de disciplina. Al pensar en aquel objetivo que tanto desea y que aún no consiguió alcanzar, se dará cuenta de que no lo ha logrado porque no fue disciplinado. 

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En la práctica, es como si, mientras la razón entiende la necesidad de poner la disciplina en acción, el cuerpo y los sentimientos argumentaran para convencerla de «dejar todo para después», eso sucede desde que nos levantamos por la mañana. ¿Cuántas veces ya pasó por su mente «voy a quedarme solo 5 minutos más en la cama»? Esa sugerencia solo puede estar ligada a las emociones porque si te detienes a pensar, 5 minutos de descanso no harán la diferencia, sino que podrían tener un impacto negativo cuando hablamos del atraso que puede generar. Por lo tanto, no tiene lógica ceder ante este tipo de pensamiento.  

La hora de la disciplina no es la hora de la alegría. Ese el gran problema de la disciplina, ella provoca sentimientos de tristeza, desánimo y procrastinación y, por eso, la mayoría de las personas la rechazan, no obstante, para el hombre inteligente, la disciplina significa oportunidades, pues, ya que la mayoría no se siente cómodo con ella, sobran más oportunidades para los pocos que la aman. Si amas la disciplina, estarás destinado al éxito.

Para entrar en ese ciclo del éxito, la orientación es simple: ignora lo que sientes, haz lo que sabes que tiene que hacerse, y enfócate en la alegría de la cosecha. 

Práctica consciente 

Después de entender el origen de la disciplina y sus principales enemigos (los sentimientos) es necesario ponerla en práctica y eso necesita ocurrir en el día a día. Analízate, observa lo que has descuidado o pospuesto simplemente por no tener ganas. El especialista en recursos humanos, Junior Feitosa, explica que el autoconocimiento auxilia en el desarrollo de esa característica. «Ella genera autoconfianza, pues una persona disciplinada se conoce a sí misma y sus habilidades personales. Esa autocomprensión abre muchas puertas en la carrera, ya que la disciplina aumenta la productividad y se vuelve una referencia para otros profesionales y gestores», comenta.

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De esa manera, la disciplina muestra el compromiso del individuo con la empresa en la que trabaja, con los demás trabajadores que lidera y hasta con los familiares. Aunque nadie lo comente, muchas personas pueden estar observando y hasta inspirándose en tus acciones.  

Los detalles hacen toda la diferencia, como respetar los horarios, por ejemplo, que es una actitud simple, pero que muchos desprecian. Mantenerse enfocado en el trabajo y evitar conversaciones paralelas también puede parecer algo sin importancia pero que al final del día trae resultados increíbles. Otra trampa muy común es adoptar la frase «lo hago después». Puede ser que hasta te dé tiempo, pero ese después también puede estar repleto de sorpresas y uno puede quedar sobrecargado. La disciplina también evita el estrés y eso tiene impactos positivos hasta en tus relaciones. «Todo lo que hacemos en nuestra vida, sea personal o profesional, necesita de organización y gestión para que alcancemos el éxito deseado», concluyó.

Cambiando la visión 

A pesar de que en la teoría es simple, cambiar no es algo fácil y depende de adquirir una nueva mentalidad y visión respecto a lo que realmente trae buenos resultados. Por ello, te presentamos algunos consejos que te pueden ayudar a organizarte mejor:

• Enlista tus tareas: separa las actividades por temas y, si es necesario, divide proyectos grandes en pequeñas misiones. Eso facilita la conclusión de cada tema de la lista, mantiene el ánimo en alto y ayuda a evitar la procrastinación. 

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• Establece metas diarias: define plazos para realizar tus tareas con base en prioridades, eso exige planeación, ya que será necesario dedicarle tiempo a cada actividad. Recuerda: crear metas inalcanzables puede ser una fuente de frustración. 

• Gestiona tu tiempo: establece periodos de concentración total y otros de descanso para mantener el equilibrio y la productividad. Anticipa tareas cuando sea posible y evita al máximo las distracciones, pues, las horas del día son limitadas.  

• Mantén la organización: coloca cada cosa en su debido lugar y recuerda dónde están guardadas, pues eso ayuda a optimizar el tiempo, genera menor desgaste y mayor motivación. La organización contribuye a la claridad mental y al desarrollo de la disciplina. 

• No desistas al primer desliz: si cometes alguna falla, identifícala y sigue adelante. La disciplina está directamente ligada a la perseverancia, es decir, necesitas mantenerte independientemente de los problemas que surjan.  

Alianza del Pacto 

Si deseas darle un nuevo sentido a tu carrera, la mejor opción es hacer una alianza con el Señor. Para ello, te invitamos a participar cada lunes en la reunión de Prosperidad con Dios, que se lleva a cabo en todas las Universal del país (consulta los horarios).

No te pierdas estos encuentros, pues cada lunes se estará revelando un secreto que, puesto en práctica con fe, puede abrirte el camino hacia el éxito.

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