Dios hace lo imposible, y lo posible está en tus manos

Sin duda, deseas alcanzar algunos objetivos en tu vida espiritual, familiar y amorosa, así como buscar soluciones para tus problemas; estos son propósitos normales y saludables. Sin embargo, muchos, incluso después de haber conocido la fe en el Señor Jesús, no asumen la postura que Dios espera de ellos, que es asumir sus propias responsabilidades.

Algunos pueden haber abandonado el pecado y buscan llevar una vida recta, pero en cuanto a sus metas, literalmente esperan que estas caigan del cielo y desean que Dios haga todo perfectamente. Es decir, olvidan que también deben hacer su parte. Es verdad que Dios hace la parte que es imposible, pero el resto debe ser hecho por la persona.

El ejemplo

Veamos el ejemplo de María, la virgen elegida por Dios para ser la madre del Salvador, el Señor Jesús (lee más en Lucas 1.26-55). Uno de los mayores atributos de María era la pureza. Además de ser pura, la esposa de José también era humilde y sabía que había sido agraciada por Dios. Del mismo modo, si alguien sabe ponerse a disposición de Dios con pureza y humildad, Él lo usará. Dios necesita personas puras. Cuando una persona viene del mundo a Jesús, llega llena de experiencias amargas y, entonces, Él la lava, perdona, le da un nuevo corazón y ella nace de Dios para poder servirle.

En este sentido, una persona no puede servir a Dios y obtener el milagro si lleva consigo una carga de amargura y malicia. Cuando una persona nace de Dios, se convierte en una persona pura, y esta pureza no es física, como la de alguien que nunca ha estado con un hombre, es espiritual. Quien nace de Dios recibe una nueva naturaleza, nuevos ojos y espera lo mejor, aunque sepa que hay personas con malas intenciones que se aprovecharán de su bondad, inocencia y pureza.

Dios hace lo imposible, pero…

María aún no estaba casada con José, ya que era muy joven, pero Dios la eligió porque necesitaba que fuera virgen y pura para dar el ejemplo de que, para que el Espíritu Santo habite en una persona, ella debe estar pura. Aunque era privilegiada, María no fue inmune a algunos desafíos. Cuando Dios bendice, no significa que todo saldrá perfectamente y la persona no tendrá que hacer nada. No. Él bendice a la persona, pero ella tiene que hacer su parte, tiene que esforzarse, sacrificar y luchar. Dios lo hace porque quiere que la persona también forme parte del milagro. Agregó que el ser humano debe ser parte de la bendición para poder apreciar lo que ha recibido de Dios, ya que, de lo contrario, sería como actuar como niños mimados que no reconocen los esfuerzos de sus padres.

Haz tu parte, querido lector, para obtener bendiciones en esta vida o en el porvenir. Para ello, persevera en la fe y adopta acciones acordes con las enseñanzas de Jesús. Recuerda: el milagro no tiene nada que ver con la magia.

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