Desobediencia: un portal hacia las maldiciones
“La fe implica obediencia. No existe fe sin ella, o hasta existe, pero es frágil y no trae ningún beneficio. Además, la tristeza, duda, preocupación, ansiedad… también son una consecuencia de la misma. Hay quienes, en esta condición, le piden cosas a Dios, pero al no ver una respuesta, piensan que Él no oye ni escucha. Sin embargo, la razón principal es que las bendiciones sólo se obtienen a través de la fe obediente”, explica el obispo Edir Macedo.
Remontémonos al tiempo de Adán y Eva. Como bien sabemos, Dios los creó seres inmortales, les dio todo lo que necesitaban y lo mejor de todo es que tenían acceso a Él en cualquier momento. No obstante, al desobedecer una indicación que Les dio, incluso para su propio beneficio, perdieron esos derechos, fueron expulsados del paraíso y terminaron vagando en la Tierra.
¿Recuerdas alguna vez que tus padres o algún familiar te aconsejaron no hacer algo porque podría perjudicarte y aun así lo hiciste? Posiblemente, después escuchaste el tan odiado “te lo dije”. Culpar a los demás no sirvió de nada, pues tu consciencia te hizo ver que fuiste tú quien se equivocó. Lo mismo sucede con Dios, la desobediencia a Su Palabra complica las cosas.
Puede ser que la vida no te esté pintando como esperabas, pero si te dispones a seguir los consejos que Dios tiene para ti, podrías acabar con cualquier maldición que esté en tu familia, salud, economía o cualquier otro ámbito.
Ser bendecido, o no, es cuestión de una decisión. ¿Qué eliges?
“He aquí yo pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición” (Deuteronomio 11:26).
“Después de la medianoche, sentía presencias que me tocaban sexualmente”
Nicolasa Bautista
“Encontré un trabajo de brujería en la casa donde vivía, a raíz de eso veía sombras extrañas, oía ruidos extraños y tenía muchas pesadillas. Esto fue a partir de los siete años, por eso crecí con mucho miedo, al punto de hacerme del baño en la cama porque me daba miedo salir de mi habitación y dirigirme al sanitario. ¡Sufrí demasiado! Incluso, aunque me fui a vivir con mi abuela, esto siguió…
Cuando llegué a la edad adulta, pensé que alcoholizándome ayudaría a sentirme con más valor y ese temor acabaría, pero no fue así. Cuando me casé, esto empeoró, pues después de la medianoche, sentía presencias a mi lado que me tocaban sexualmente. Evidentemente, esto me distanció de mi esposo…
Fui a muchos lados y pagué mucho dinero con tal de que me ayudaran, pero nunca hubo una solución. Sin embargo, cuando me sentía más desesperada, sintonicé el programa de radio de la Universal y cuando acabó, no sé por qué, pero pude dormir. Asistiendo a las reuniones, pude vencer los tormentos espirituales, el vicio y el distanciamiento con mi esposo.
Sola fe me dio la liberación espiritual que necesitaba y que mucho tiempo busqué. Me siento feliz y estoy eternamente agradecida con Dios por todo lo que ha hecho por mí”.
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