Alegría que termina en dolor

Las personas están caminando hacia la diversión con el alma llena de soledad, culpa, frustraciones y dolores.

¿Usted ya notó cómo estamos viviendo en una época en la que abundan chistes, shows de comediantes, películas, series y vídeos graciosos circulando en los mensajes? Las comidas también son cada día más llamativas y sabrosas, y las invitaciones a fiestas y celebraciones son muy comunes en las redes sociales.

Si midiéramos la felicidad de nuestra generación por el tamaño del público en las plazas comerciales, cines, restaurantes, playas y estadios de fútbol, diríamos que todos están muy bien.

Pero, los consultorios médicos y farmacias no retratan eso.

Estamos en la generación más enferma, lo digo en el aspecto emocional, y por lo tanto, más dependiente de tratamientos, terapias y medicamentos. Entonces, toda esa diversión ha servido para aliviar o camuflar el vacío interno que cargan las personas.

El mismo corazón que está a punto de estallar de alegría al inicio de una fiesta, al final llora de dolor. Las propias bebidas y drogas que alteran el estado de ánimo son las mismas que, después de que pasa el efecto, dejan el vacío en el alma.

El entretenimiento ha logrado su verdadero propósito: “entretener”, y lo ha hecho con mucha eficacia. Las personas han vivido tan distraídas y entorpecidas, que apenas logran notar la dolorosa realidad de lo que sucede en su interior.

El silencio y la tranquilidad interna (tan importantes para el alma, para la reflexión y para el arrepentimiento) le han dado lugar a una intensidad de contenido de frivolidades que quitan el centro de atención de lo que realmente merece nuestra atención.

Por eso, yo pienso que Proverbios 14:13 nunca había sido tan contemporáneo, como lo es para nuestros días. Justamente, porque, las personas están caminando hacia la diversión con el alma llena de soledad, culpa, frustraciones y dolores, sin notarlo.

“Aun en la risa tendrá dolor el corazón; y el término de la alegría es congoja”

Sepa que ninguna oferta de entretenimiento será capaz de dar una alegría duradera y satisfactoria. Después, cuando los amigos se van, las relaciones se rompen o la fiesta termina, el alma llora su tristeza y la risa termina en llanto.

Usted puede notar que ciertos logros son tan vanos que aburren en poco tiempo. Todo es tan superficial que siente nauseas de la ropa nueva, del coche nuevo o del viaje de los sueños rápidamente. Al final, como concluyó Salomón, todo lo que hay aquí no pasa de vanidad.

Pero, quien nació de Dios disfruta de una satisfacción que no depende de circunstancias y personas para estar bien. Así como no necesita pasar las vacaciones en un lugar paradisiaco, mucho menos se ve obligado a someterse a esa presión consumista de la sociedad moderna. Quien posee el Espíritu Santo tampoco necesita tener una familia perfecta o estar rodeado de gente y situaciones favorables para sentirse alentado y confiado.

Personas así se satisfacen con la simplicidad, porque su vida interna les proporciona placer, paz y esperanza para mantenerse felices. Aunque estén rodeadas de desafíos y problemas.

Esto sucede porque la alegría que proviene de Dios es sólida y no se apoya en fundamentos inestables.

Entonces, aunque una mayoría diga que es feliz, su realidad no lo prueba. Si usted vive dependiendo de videojuegos, películas, series, internet, amigos, celular, el novio(a), viajes, fiestas y cosas por el estilo, lamento decir que usted es infeliz.

Si quitara algunas de esas cosas, ¿lograría sentirse bien?

Autoexamínese. Si la respuesta es “no”, es tiempo de experimentar una alegría profunda y verdadera. Porque, sin el Señor Jesús toda risa termina en dolor…

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