Al filo del asiento, así es como nos tiene la novela Jesús

Se nos fue una semana más, pero no podíamos dejar pasar las enseñanzas y momentos más impactantes que nos dejó nuestra novela favorita: Jesús.

Jesús da testimonio de Juan el Bautista

Mientras Jesús predicaba de ciudad en ciudad, se pudieron ver grandes milagros, pues muchos enfermos y endemoniados se acercaban, además de que el Maestro no deja de compartir su sabiduría.

Al esparcirse las noticias sobre los milagros que hacía Jesús, Juan el Bautista mandó a Caleb para que le preguntara si Él era el que había de venir o debían seguir esperando. Al preguntarle al Mesías, Él comenzó a sanar enfermos, devolviéndole la vista a ciegos y liberando endemoniados para después decirle a Caleb que le contara a Juan lo que había visto.

 «Mientras se iban los discípulos de Juan, Jesús comenzó a hablarle a la multitud acerca de Juan: ¿Qué salieron a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? Si no, ¿qué salieron a ver? ¿A un hombre vestido con ropa fina? Claro que no, pues los que usan ropa de lujo están en los palacios de los reyes. Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿A un profeta? Sí, les digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito: “Yo estoy por enviar a mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino”. Les aseguro que entre los mortales no se ha levantado nadie más grande que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él.» (Mateo 11:7-11).

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Los 12 apóstoles

Después de haber orado de madrugada en el monte, Jesús se reunió con sus seguidores para anunciarles que elegiría a sus apóstoles. Por ello, emocionados especulaban entre ellos quiénes serían elegidos.

«… llamó a Sus discípulos y escogió doce de ellos, a los que también dio el nombre de apóstoles: Simón, a quien también llamó Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo y Juan; Felipe y Bartolomé; Mateo y Tomás; Jacobo, hijo de Alfeo, y Simón, al que llamaban el Zelote; Judas, hijo de Jacobo, y Judas Iscariote, que llegó a ser traidor.» (Lucas 6:13-16).

Decepcionados por no ser elegidos, algunos abandonaron a Jesús.

El sermón del monte

Al reunirse una multitud en el monte, Jesús empezó a brindar una de sus enseñanzas más emblemáticas, dejando sorprendidos y maravillados a todos los presentes.

«Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Tampoco se enciende una lámpara y se pone debajo de un cajón, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en casa. De la misma manera, que la luz de ustedes alumbre delante de todos, para que todos vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre, que está en los cielos.» (Mateo 5: 14-16).

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El encuentro

En Jerusalén, Adela, una mujer del pueblo de Israel tiene un encuentro con sus hijos Dimas y Gestas los cuales abandonó desde muy pequeños; después de asaltarla, Gestas se da cuenta de que Adela es su madre. Y al cuestionarla sobre el motivo por el cual los abandonó, terminó llenándose con más odio de ella.

El siervo del centurión

Goy, el siervo de Cornelio, enfermó gravemente, por lo que él decide buscar a Jesús para que lo sane. Al llegar el Señor a Capernaúm se encuentra con el centurión quien le pide que sane a su siervo, el Mesías accede a ir a sanarlo, pero Cornelio se niega pues no se considera digno de recibir a Jesús en su casa, además de que él sabe que con una sola orden el Señor puede curarlo. Sorprendido de la fe del centurión, Jesús «dijo a los que lo seguían: “De cierto les digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe. Yo les digo que muchos vendrán del oriente y del occidente, y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; pero los hijos del reino serán arrojados a las tinieblas de afuera. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.” Luego dijo Jesús al centurión: “Ve, y que se haga contigo tal y como has creído.” Y en ese mismo momento el criado del centurión quedó sano.» (Mateo 8: 10-13).

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