Si estás de mal humor o no te concentras, podría deberse a tus desvelos
La Asociación Mundial de Medicina del Sueño (WASM) señaló que «los problemas relacionados con el sueño constituyen una epidemia global que amenaza la salud y la calidad de vida de más del 45 % de la población mundial».
Además de lo ya mencionado, la falta de un buen descanso puede desencadenar problemas de ansiedad, así como menor desempeño social y laboral. «Las alteraciones en el sueño provocan falta de atención y concentración, variaciones en el estado de ánimo, irritabilidad y otros síntomas», explica la doctora Marlette González, experta en trastornos del sueño.
Para la WASM, se requieren tres elementos para dormir bien:
Duración: entre 7 y 9 horas por día.
Continuidad: No interrumpir el sueño para que sea efectivo.
Profundidad: Debe ser lo suficientemente profundo para ser restaurador.
«Dormir bien es un tema que debería preocuparnos a todos. Muchos dicen que sólo duermen de cuatro a cinco horas al día. Pero sabemos, por varias investigaciones, que si sufres privación de sueño tienes un riesgo mucho más alto de padecer enfermedades cardiovasculares, cáncer, diabetes y depresión», explicó la directora ejecutiva de la Real Sociedad de Salud Pública, Shirley Cramer.
En la Universal, muchas personas han llegado con problemas relacionados con el sueño y, después de un tiempo, notaron que este volvía a la normalidad, tal es el caso de Julia Espinoza. Sigue leyendo para conocer su historia.
«Por la preocupación, pasaba hasta 24 horas sin dormir»
«Las deudas no solo hicieron que perdiera mi estabilidad económica, también me llevaron a caer en depresión. Vivía con angustia, miedo y sin esperanza. Debía más de un millón de pesos y contaba con cero posibilidades de pagar. De la noche a la mañana, nos quedamos sin dinero para comer y aceptando la ayuda de los demás.
Por la preocupación me dio insomnio, ¿cómo podía descansar si no veía una salida? Así, ¡llegué a pasar hasta 24 horas sin dormir! Eso provocaba que tuviera un mal carácter y que fuera agresiva con todos.
Aun teniendo un negocio, era insuficiente para cubrir los intereses y tuve que sacar a mis hijos de la escuela.
No entendía qué pasaba. Busqué ayuda en muchos lados, pero no la encontré.
Solo logré liberarme de lo malo, controlarme y perdonar, al asistir a la Universal. Haciendo un propósito de fe con Dios, recuperé lo que había perdido: pagué mis deudas, remodelé mi casa, compré un carro cero kilómetros, viajamos al extranjero y comemos donde queremos.
Cuando mi familia se dio cuenta del cambio que hubo en mí, que emanaba paz, tranquilidad y que dormía plácidamente, quiso conocer a quien me había hecho feliz.
Gracias a Dios he sido muy bendecida.» -Julia Espinoza.
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