Riqueza incomparable

No se puede ser feliz si no se tiene la presencia de Dios. Dentro de cada uno de nosotros hay un lugar que solo puede ser llenado por Él. Nada ni nadie puede embonar ahí. Sin embargo, la mayoría se ilusiona y cree que, con el dinero, los hijos, el trabajo, una relación o adquiriendo cosas se podrá suplir ese hueco interior. «Si se pudiera, las personas famosas serían felices, pero no; muchos tienen problemas con adicciones y cambian de pareja a cada rato. Y mientras no se entienda que lo que falta es la presencia de Dios, se estará en una búsqueda desesperada y sin fin», explicó el obispo Franklin Sanches durante la reunión del pasado domingo 23 de julio.

Lo que las personas necesitan para estar completas es al Amado de su alma. Quizá usted puede sentirse feliz tras recibir una bendición en su salud o que se le abrieran las puertas económicas, pero eso no le hará pleno.

Entonces, si el Espíritu Santo es la mayor necesidad, ¿cómo obtenerlo? El obispo Franklin explicó que uno tiene que tomar una decisión: «no hay 2 ni 10, solo una; es la decisión de entregarse de cuerpo, alma y espíritu, es una entrega completa. Cuando la persona que tiene depresión, vacío y ganas de morir encuentra a Jesús y se entrega a Él, morirá para esa vida de dolor y tendrá una nueva. No tiene por qué quitársela, solo es tomarla y entregársela a Él, aunque piense que su vida es un rompecabezas, Él la armará poco a poco, colocando todo en su debido lugar».

Ahora bien, lo anterior lleva a preguntarse: ¿qué significa entregarse totalmente?

«Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas» (Mateo 6:24).

Como ocurre en una relación, donde uno no acepta compartir a su pareja, con Dios es lo mismo. Él quiere darnos todo de sí, es decir, el Espíritu Santo, pero eso implica dejar todo por Él. Esto explica por qué muchos no cambian de vida, pues tienen dificultad de tomar esta elección y, por eso, «Él no puede hacer lo que pretende para usted. Él le llamó porque tiene un propósito y quiere hacer algo grande en su vida, pero requiere que no postergue más esa decisión», agregó el obispo.

Dios es la mayor riqueza que uno puede tener, sin embargo, no son pocos los que Lo han dejado por las riquezas personales, es decir, el hijo, el trabajo, una pareja, amigos, etc. A veces uno piensa que esos «bienes» provienen de Dios, sin embargo, el obispo recalcó que el Señor nunca nos dará algo que nos separe de Él, la verdadera riqueza: «No puedo dejar que nada me impida relacionarme con mi Salvador y, cuando tomo esa elección, entregándome con todo el corazón, mi vida cambia».

Jesús dejó claro cuál era Su mayor riqueza. En la tentación que vivió en el desierto, el diablo Le mostró toda la gloria de este mundo y se lo daría a cambio de que lo adorase. Pero «Jesús le dijo: ¡Vete, satanás! Porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás, y solo a Él servirás”. El diablo entonces le dejó; y he aquí, ángeles vinieron y le servían.» (Mateo 4:10-11).

El diablo suelta a quien toma la misma actitud que Jesús y ya no puede tocar a la persona porque su vida ya no le pertenece a él ni a nadie, solo a Dios. «Y así como los ángeles vinieron y sirvieron a Jesús, va a suceder lo mismo con usted si decide comenzar una nueva vida, Él le da esa oportunidad», finalizó.

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