¿Cómo saber si lo que sientes es amor o pasión?

De acuerdo con Georgina Montemayor, investigadora de la UNAM, “el amor” puede durar de uno a cuatro años. No obstante, este es más que una atracción pasajera y, normalmente, se confunde con la pasión —que sí es efímera—. Sin embargo, son conceptos totalmente distintos.

El amor sabe mirar al otro tal como es, con defectos y virtudes. Amor es aquel sentimiento que permite la evolución de la pareja, y hace que la admiración y el respeto del uno por el otro no cese, al contrario, los impulsa a crecer cada día más.

La pasión, por su parte, sólo mira la belleza física, provoca atracción del uno hacia el otro, pero de manera superficial. Cuando la aventura pasa, empiezan a ver los fallos de la otra persona y se comienza la búsqueda de alguien más que satisfaga sus necesidades.

Por su parte, Renato Cardoso, consejero matrimonial, explica: «Si bien hacen parte, el amor no se resume en sexo, besos, regalos, excitación, paseos, hablar por teléfono o mensajearse por horas. De ahí proviene el error de muchos solteros y casados, por eso sufren, por confundirlo».
Al respecto, la Biblia refiere:

«El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser…» (1 Corintios 13:4-8).

Participa en la Terapia del Amor, los jueves en distintos horarios, para aprender más sobre temas amorosos.

«Mi esposa y mis hijas no querían tenerme cerca»

«Antes de conocer a Dios, tuve problemas de adicción, esto hizo sufrir a mi esposa y a mis hijas porque les tocó ver el tipo de vida que llevaba. No lograba darme cuenta que les hacía daño hasta que mi mujer me dijo que, si no cambiaba, la separación sería inevitable. Por su parte, mis hijas me dijeron que preferían no tenerme a su lado, pues mi presencia las afectaba más.

Mi suegra ya participaba en la Universal y al ver nuestra situación, oró para que un día también nosotros pudiéramos acercarnos a Dios. Fue un proceso, pero gracias a eso, comenzamos a participar y fue así que supimos de la Terapia del Amor, donde ambos sanamos las heridas internas y luchamos para salvar nuestro matrimonio.
Al poco tiempo, le propuse a mi esposa que renováramos nuestros votos en el altar y ella accedió.

Ahora, en mi hogar hay amor, compromiso y felicidad. Además, me siento bien con Dios, con mi familia y conmigo mismo.» -Carlos de la Rosa