Recibirán poder cuando…

Quizá usted ha escuchado que todos necesitan acercarse a Dios, pero ¿cómo hacerlo? El pasado domingo 16 de julio el obispo Franklin Sanches explicó que la clave está precisamente en la sinceridad.

«Nos acercamos a Él con un corazón sincero. Lo que mira es el deseo que tiene de conocerlo y agradarlo. Cuando Jesús estuvo con nosotros, los leprosos, los enfermos, los ladrones y las prostitutas iban a Él, pero permitía que se acercaran, ¿por qué? Por su sinceridad, porque querían tener una experiencia con Él. En cambio, cuando venían los fariseos (los religiosos), Jesús se ponía furioso porque eran hipócritas —aparentaban una cosa, pero por detrás eran otra y no querían cambiar—. A Dios no le agrada la hipocresía», destacó el obispo.

Esto no es diferente hoy en día, pues hay quienes en la iglesia muestran un rostro, pero en casa maltratan a sus padres y son de doble ánimo (lea Santiago 4:8), es decir, un momento están bien y otras, mal: «Toda persona que tiene ese doble ánimo es porque su corazón tiene algo en su interior. No quiere perdonar, dejar su pasado ni abandonar el pecado. Entonces, si quiero relacionarme con Dios, tengo que ser sincero, eso es lo que Él espera», dijo.

Y aquel que realmente es sincero logrará que Dios se acerque también, pero no solo eso, Su Espíritu vendrá sobre la persona y cuando Él entra, viene con poder, ¿qué poder?, poder de transformación, regeneración, poder para cambiar su manera de pensar y comportarse:

«… pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes; y serán Mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra» (Hechos 1:8).

«Es imposible que el Espíritu Santo entre en una persona y que esta criatura viva siendo acomodada, pasiva, resignada, negativa…, porque Él pone dentro de ella una fuerza que no es humana, sino sobrenatural, que la hace ser diferente y eso es notable. Cuando el Espíritu de Dios descendió sobre los apóstoles, la Biblia dice que descendió en lenguas como de fuego. El fuego no se detiene, este solo avanza. Del mismo modo, quien tiene el Espíritu Santo no retrocede ni se intimida», añadió el obispo Franklin.

Otro punto que explicó es que, tras recibir la presencia del propio Dios, uno se vuelve testimonio de esa transformación en su carácter y nadie podrá negar que Jesús está en su vida. Uno no lo prueba peleando con los demás ni intentando convencerlos, sino a través de nuestra conducta. Usted muestra esa transformación empezando en la casa, después en los demás lugares.

«Quizá en su vecindario le conocen por ser peleonero, porque se droga, por su familia completamente disfuncional; no obstante, una vez que el Espíritu Santo entra, usted y sus seres queridos son cambiados y da testimonio para todos. La transformación es de adentro hacia afuera, hasta los confines de la Tierra. Por eso, pídale a Dios Su Espíritu, para glorificar y santificar Su Nombre. El Espíritu Santo está a la puerta de su corazón, solo es cuestión de abrir y decirle: “Puedes entrar, te doy todo mi corazón”», finalizó.

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