¿Quién es el primero?

¿Quién es el primero?

Por Departamento Web 2

La mayoría quiere terminar este año e iniciar el siguiente en prosperidad. No obstante, «solo hay una manera de garantizar que aquello ocurra: recibiendo la Presencia de Dios», eso fue lo que el obispo Franklin Sanches enseñó durante el Santo Culto del domingo 10 de diciembre.

Al respecto, la Biblia nos muestra lo siguiente: «Cuando Jesús salía para irse, vino un hombre corriendo, y arrodillándose delante de Él, le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?”». (Marcos 10:17).

Aquí notamos que este joven no dijo: «¿Qué haré para conquistar la vida eterna?», sino «¿Qué haré para heredarla?». La acción de conquistar se refiere a algo que requiere de esfuerzo, dedicación y fe. El obispo explicó que «el muchacho no quería conquistar, sino heredar. Él era joven y rico, había heredado la riqueza, no la había conquistado, y para heredar no se tiene que hacer ningún sacrificio».

Entonces, acostumbrado a la facilidad, él quiso saber cómo heredar esta promesa. Sin embargo, el Espíritu Santo y la vida eterna no se heredan, se conquistan. «Tal vez usted piensa: “¿Jesús no sacrificó para que podamos tener la vida eterna?”. La respuesta es sí, Él sacrificó para que la conquistemos; por lo tanto, es necesario luchar», comentó.

Las puertas anchas

Una de las enseñanzas más diabólicas que se ha difundido es la de que: «Jesús ya sacrificó y no es necesario que uno lo haga, pues por Su gracia somos libres del pecado y no tenemos que esforzarnos, podemos vivir como queremos». Pero, de acuerdo con el obispo Franklin, lo anterior es un evangelio de puertas anchas. Porque para conquistar la vida eterna sí es necesario sacrificar:

«Jesús le respondió: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino solo uno, Dios. Tú sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no hurtes, no des falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre”. “Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud”, dijo el hombre.» (Marcos 10:18-20).

Desde pequeño, el joven aprendió lo bueno. Incluso, vemos que los mandamientos que el Señor Jesús le menciona están relacionados con hacerle el bien a su prójimo. Muchas veces, la persona piensa así: «No entiendo por qué Dios permite que me pasen cosas malas si yo soy una buena persona y no le hago el mal a nadie». Hay quienes tuvieron una buena educación familiar y creen que hacer el bien es suficiente, pero eso no justifica a nadie ante Dios, porque ese es un deber de todo ciudadano.

Una cosa te falta…

«Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo: “Una cosa te falta: ve y vende cuanto tienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; entonces vienes y me sigues”. Pero él, afligido por estas palabras, se fue triste, porque era dueño de muchos bienes.» (Marcos 10:21-22).

Dios no tiene nada en contra de quienes son prósperos, al contrario, Él quiere que Sus hijos tengan abundancia. Pero el problema no era el dinero del muchacho, sino que esa riqueza era lo más importante para él, y no Dios. De acuerdo con el obispo, el joven tenía un problema con Dios, pues le faltaba lo primordial.

En otro pasaje bíblico, el Señor Jesús lo deja muy claro:

«¿Cuál mandamiento es el más importante de todos? Jesús respondió: “El más importante es: Escucha, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es; y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza”» (Marcos 12:29).

«Dios no era el primero para aquel hombre, su corazón estaba puesto en el dinero. Así pasa con muchos que colocan al marido, la esposa o un objeto como su riqueza. Inclusive, algunos hasta pierden la vida por defender hasta una bicicleta. No obstante, nadie puede recibir el Espíritu Santo si Dios no es el primero en su vida», aseguró el obispo.

Por eso, Jesús le dijo al joven «vende todo lo que tienes». Y, de hecho, al joven pudo pasarle como a Abraham, quien no le negó ni su propio hijo Isaac al Señor, y al momento en que lo iba a sacrificar, Dios le dijo que ya no era necesario, pues había probado que Dios era el primero en su corazón.

Amigo(a), Dios quiere todo su corazón, su alma, su mente, no acepta una vida por la mitad, pues el Espíritu Santo no nos es dado a cuentagotas, es todo o nada. Existen personas que abandonan la fe porque algo malo les sucedió (perdieron el trabajo, tuvieron un problema en su matrimonio) y hasta murmuran sobre la situación, pero no toman en cuenta que en donde está su tesoro está su corazón.

«Usted puede colocar cualquier cosa en el Altar, pero no sirve de nada si usted no le entregó su vida a Él y no está dispuesto a abandonar el pecado. Muchos se preguntan: “Si Dios quiere mi corazón, ¿por qué es necesario el sacrificio?”, pero sacrificar es una expresión de fe», explicó.

Asimismo, las Escrituras dicen que el Reino de Dios es como un tesoro, y quien lo encuentra vende todo lo que tiene para poder poseerlo. Mientras uno no tenga esa conciencia, no estará dispuesto a entregarse para recibir la Presencia de Dios.

Por lo tanto, no importa cuál es su situación actual, si usted toma esa vida y la entrega totalmente al Señor Jesús, Él le va a llenar con Su Espíritu y usted va a conquistar lo que perdió. Pero es necesario sacrificar y quedar en dependencia de Él. Quien da toda la vida recibe una completamente nueva.

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