¿Guiado por una corazonada?

La Biblia dice que cuando Moisés ya era un hombre maduro tomó una decisión muy importante: «Por la fe Moisés, cuando era ya grande, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón» (Hebreos 11:24). Y debido a esa madurez, su elección no fue impulsiva.

Durante el Santo Culto del domingo 3 de diciembre, el obispo Franklin explicó que, contrario a Moisés, muchos cometen errores porque eligen con el corazón y no con la cabeza, pero este sentimiento hace que opten por las malas decisiones.

Asimismo, algunos hasta son mayores de edad, pero al no tener madurez siguen dejándose llevar por una corazonada y confían en lo que la «buena y mala suerte» les pueden traer, sin percibir que estas palabras provienen del propio diablo.

El versículo anterior continúa con lo siguiente: «… escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los placeres temporales del pecado» (Hebreos 11:25).

Todo en esta vida es temporal. Por eso, uno no puede tomar decisiones precipitadas. El obispo dio un ejemplo de esto: «Si usted está casado y aparece otra mujer, tal vez su corazón le dice: “Si estás con ella nadie lo va a saber”. Y por eso usted hace todo lo posible para estar con esa persona sin que nadie se entere. Lo que muchos no toman en cuenta es que el mismo diablo que los lleva a pecar, será quien va a sacar a la luz su pecado; después del placer viene la cobranza por parte del mal».

Lo que supera todo

«… considerando como mayores riquezas el oprobio de Cristo que los tesoros de Egipto; porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin temer la ira del rey, porque se mantuvo firme como viendo al Invisible.» (Hebreos 11:26).

En esa época, Egipto era la nación más rica y poderosa. ¿Quién podría despreciar las riquezas de aquella tierra? Solo alguien que tiene a la vista algo mucho mejor que ello. Como lo mencionamos al inicio, Moisés lo despreció, sacrificó el hecho de convertirse en heredero de la hija del faraón porque tenía algo más valioso frente a él: la Presencia de Dios. Entendió que valía mucho, que superaba cualquier cosa que pudiera ver, tener e inclusive soñar.

Moisés solo pudo sacrificar todo porque tuvo una experiencia mayor. Además, teniendo esa Presencia, todo lo demás sería cuestión de tiempo.

De acuerdo con el obispo, «hay personas que no se quieren bautizar en las aguas ni abandonar la vida que tienen, pues valoran más las migajas del mundo que lo que les ofrece Cristo. No entienden el valor de tener a Dios habitando en su interior».

Al estar entre los hombres, el Señor Jesús nos exhortó a buscar primero el Reino de Dios y Su justicia, pues después todo lo demás sería añadido. Sin embargo, hay quienes dejan el Reino de Dios hasta el último, pero eso está mal y no va a funcionar. «Primero es el Reino de Dios, que es el Espíritu Santo. Una vez que Él entra en usted, pasa a tener lo que Moisés tenía, la garantía de la promesa de Dios», comentó el obispo Franklin.

«En Él también vosotros, después de escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído, fuisteis sellados en Él con el Espíritu Santo de la promesa, que nos es dado como garantía de nuestra herencia que nos es dado como garantía de nuestra herencia, con miras a la redención de la posesión adquirida de Dios, para alabanza de Su gloria.» (Efesios 1:13-14). En la Biblia, creer no es solo tener fe, sino entregarse de cuerpo, alma y espíritu. «Por ejemplo, yo tengo 29 años de casado, y porque yo creí que ella era la mujer para mí, me entregué a ella. Y ella, creyendo, también se entregó a mí y nos casamos en el Altar. Por esta creencia hicimos un pacto, nos entregamos. Quien no cree no entrega su vida», explicó.

Asimismo, cuando Dios coloca Su Espíritu en una persona, es porque le está a dando la garantía de que tendrá derecho a la herencia y ya no es solo un frecuentador de iglesia, sino un hijo de Dios, con la garantía de que va a vencer y conquistar, nada se lo va a impedir.

Hay muchas personas que son nerviosas, tienen crisis emocionales y las preocupaciones les quitan el sueño, pero ellas necesitan buscar la garantía de la victoria, que es el Espíritu Santo. Si uno cree, no necesita pensar 2 veces a la hora de entregarse a Él. «La única persona que no está dispuesta a sacrificar es la que no comprende el valor de tener al propio Dios en su vida. De hecho, cuando Moisés y los hijos de Israel salieron de Egipto, despojaron a ese pueblo de sus riquezas. Al final, Dios le dio a Moisés más del que le ofrecieron como heredero», dijo el obispo.

Si Él no hubiera renunciado a todo y hubiera puesto como prioridad ser el faraón, Dios iba a levantar otro para salvar a Israel, y así quitarle la riqueza por no querer obedecer Su voz. Al final, el obispo explicó que «no vale la pena estar aferrado a nada ni nadie, pues no hay mayor tesoro que tener la Presencia de Dios. Eso es lo que Él quiere darles a todos».

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