«Quería que mi familia también conociera a Dios»

De acuerdo con especialistas de la Institución Yaocalli, el afecto es un vínculo muy importante para favorecer la unión familiar. Este se puede manifestar de distintas formas: propiciando seguridad, mostrando interés por los demás, manteniendo una sana comunicación o dedicando tiempo de calidad a nuestros seres queridos.

Sin embargo, el lazo familiar se ve perjudicado cuando uno o varios miembros comienzan a perder el interés, hay disputas de por medio o interfieren vicios.

En la vida en pareja, uno de los problemas que más se ha agudizado es el de la infidelidad, abuso verbal o físico. Esto tiene como consecuencia separaciones, discusiones e incluso puede orillar a una persona a caer en la depresión. A continuación, te presentamos el caso de Gabriela, una mujer que desde pequeña sufrió, pero que encontró el camino para salvar a su familia y hallar la verdadera felicidad.

«Cuando yo era niña, a los 10 u 8 años recuerdo, viví abusos por parte de la pareja de mi mamá»

«Cuando yo era niña, a los 10 u 8 años recuerdo, viví abusos por parte de la pareja de mi mamá. A causa de esa situación desarrollé problemas conmigo misma, sentía que no valía nada. Esto también se reflejó en mi vida sentimental. En mi primera relación sentimental formé una familia, tuvimos 2 hijas, pero esta persona era posesiva y me fue infiel. Pero yo no quería vivir de esa forma, por lo que opté por separarme.

Dejé pasar un tiempo tras haberme separado y conocí a otro hombre, pero esta persona también me estaba siendo infiel. Entonces nos agredíamos y peleábamos, a tal grado de tener pensamientos de matarlo, y después quitarme la vida.

Comencé a asistir a la Universal, llegué triste y sola. Pero busqué a Dios, quería conocerlo verdaderamente, saber lo que es tenerlo dentro de mi vida. Dije en la oración: “Dios, ya no quiero más ser yo, quiero conocerte a ti y quiero cambiar mi vida. Ya no quiero tener rencor, me entrego a ti completamente”. En ese momento sentí paz, gozo, alegría y certeza de que Dios estaba ahí conmigo.

Después escuché sobre la Campaña de Israel, en donde quien participa tiene que darse por completo. En ese momento yo me sentía llena, feliz, pero quería que mi familia también sintiera lo mismo, que hubiera un cambio.

Decidí participar sacrificando en el Altar y me di cuenta de que Dios empezó a hacer muchas maravillas en mi vida. Hoy soy una persona alegre, los pensamientos de querer dañar a alguien y querer quitarme la vida se fueron. Desaparecieron también los pensamientos de inferioridad.

Sigo viviendo con la persona que conocí, pero ya es diferente. No estamos como antes, nos casamos, tenemos la bendición de Dios, llegamos al Altar. Mi familia ahora es unida, estamos juntos, nos apoyamos y nos queremos mucho, hay confianza.

Antes vivíamos rentando y actualmente tenemos departamento propio, somos una familia feliz. Él nos ha dado lo que nunca pensé que tendría. Aunque tengamos cosas materiales, cosas pasajeras, la mayor bendición es tener el Espíritu Santo. Es lo mejor que Él me pudo haber dado.» -Gabriela Romero

Dios puede restaurar tu familia

Gabriela no desistió y puso a su familia en el Altar del Señor. ¿Cuál fue el resultado? Hay unión, amor, respeto y alegría en su hogar. Solamente el Espíritu Santo, a través de tu fe, puede hacer que esto sea posible.

Es por eso que el 18 de julio te invitamos a participar en el domingo de la salvación de la familia. Aún tienes oportunidad de hacer un desafío de fe con Dios para la transformación que tanto anhelas para ti y tu familia.

Te esperamos en Av. Revolución núm. 253, col. Tacubaya, CDMX. O bien, en la Universal más cercana a tu domicilio. Consulta los horarios de las reuniones de domingo.

No olvides leer el Aviso Importante sobre las reuniones en todo el país para informarte más.