Nada que perder 2: Lo que los medios no le contaron

Nada que perder 2: Lo que los medios no le contaron

Por Departamento Web

La segunda parte del largometraje se estrena en los mejores cines el 4 de octubre

A nadie le gusta ser víctima de noticias falsas. Cuando eso sucede, muchas personas se dirigen a las redes sociales para justificarse y defenderse. La película Nada que perder 2 cuenta la historia del obispo Edir Macedo, que sufrió eso durante décadas y nunca se justificó. Él es la prueba de que cuando la persona confía en Dios para justificarla, Él se encarga de hacer justicia. No obstante, aquellos que no conocen a Dios, se escandalizan y, lo que es peor, juzgan sin saber la verdad.

Nada que perder 2 no solo cuenta lo que el obispo Edir Macedo vivió, sino lo que millones de personas pasaron por el hecho de pertenecer a la Iglesia Universal del Reino de Dios. El obispo es una de las personas que tiene su nombre involucrado en mentiras desde hace 42 años, el mismo tiempo de existencia de la Iglesia Universal. Él ya fue llamado mercenario, falso profeta, engañador, entre otros adjetivos. Pero, quien había creído hasta entonces en las noticias falsas sobre él, tuvo la oportunidad de conocer el otro lado de la historia por medio de la película biográfica Nada que perder 1, lanzada en 2018. La película mostró quién es ese hombre y cuál es su propósito en la vida, pero la escena final dejó una incógnita: ¿sería el fin de la Universal?

La segunda parte el largometraje ha sido un éxito en las taquillas internacionales (Brasil y Argentina, por ejemplo), llamando la atención de los medios locales. Y, para mostrar en México lo que los medios no contaron, Nada que perder 2 se estrena este viernes 4 de octubre.

Bajo la dirección de Alexandre Avancini, la película mostrará el crecimiento de la Iglesia Universal y los escándalos más conocidos que involucraron el nombre del obispo y la institución. Entre los momentos de mayor persecución están el caso de la patada de la imagen católica por el exobispo de la Universal, Sérgio Von Helder, en 1995 y el colapso del techo de la iglesia en la ciudad de Osasco, región metropolitana de São Paulo, en 1998.

El colapso en Osasco

Después de 21 años del incidente en Osasco, el periódico de la Universal de Brasil, Folha Universal, conversó con los miembros que contaron lo que vivieron el 5 de septiembre de 1998, cuando el techo de la iglesia se cayó. En aquella noche, ellos participaban en una velada que se llevaba a cabo en el lugar. El obispo Reinaldo Suisso, responsable del trabajo evangélico en ese entonces, recuerda lo que sucedió: “Hicimos un propósito de 21 veladas con el objetivo de orientar a las personas a entregarles sus vidas a Dios, abandonar el pecado y volver a Él”.

El obispo recuerda que en aquel día estaban presentes los miembros de las cinco iglesias de la región de Osasco y los pastores responsables. En un determinado momento, el techo se cayó del entresuelo hasta la mitad del salón. Inmediatamente, el obispo y los pastores empezaron a socorrer a las víctimas. “Lamentablemente fue una fatalidad. La Iglesia no estaba en proceso de remodelación ni tenía un problema conocido. Sin embargo, a pesar de darles todo el cuidado a los familiares de las víctimas, fuimos criticados por lo que sucedió”.

El obispo Reinaldo explica que empezó a ser atacado no solo por los medios, sino también por las personas de la región, que golpeaban la puerta de su casa y querían venganza. Pero, para él, que es pastor desde hace 33 años, todo eso sirvió de enseñanza y para aumentar su temor. “Hoy soy una persona más preocupada y celosa. No solo con la iglesia espiritual, sino con la física. Guardo conmigo el versículo bíblico de Salmos 69:9: “Porque me consumió el celo de tu casa”. El obispo incluso afirma que aquellas personas estaban buscando a Dios y tiene certeza de que las que fallecieron alcanzaron la Salvación, que es el mayor bien.

El pastor José Carlos França, que en ese entonces también estaba en la velada y oraba en el momento del colapso, recuerda que el obispo y él presentaron declaraciones en varias ocasiones. “Visitamos a los accidentados para brindarles ayuda a ellos y a sus familias. Algunas personas querían sacar provecho de la situación para pedir indemnización, pero ni siquiera estaban en la reunión. Fue un periodo muy difícil, pero todo cooperó para fortalecer nuestra fe”.

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“Nuestros corazones están en lágrimas”

La traducción libre de las palabras del obispo Macedo al respecto del hecho fueron las siguientes:

“Nuestros corazones están en lágrimas. Nosotros lamentamos profundamente este accidente, sentimos como si fueran seres queridos nuestros. Estuvimos en el lugar y comprobamos el dolor y la agonía de las personas. Lo que sucedió fue algo inevitable. No sabemos por qué sucedió. Desde el punto de vista espiritual, no tengo manera de explicarlo. Solo puedo repetir las palabras del apóstol Pablo: ‘Y sabemos que todas las cosas cooperan para bien de los que aman a Dios’ (Romanos 8:28).

No sé cómo y por qué sucedió eso, solo sé una cosa, no fue castigo de Dios, porque Él no es un monstruo. Él solo lo permitió, no sé por qué.

Si en aquel lugar operara una discoteca, un bar o algo opuesto a las cosas de Dios hasta habría una explicación, pero el pueblo estaba en una velada, estaba orando. Es algo que realmente huye de nuestra capacidad, de nuestra inteligencia. No sabemos cómo eso sucedió con nosotros.

Bíblicamente, yo no tengo ninguna respuesta”.

Llena de dudas

La jefa administrativa, Ita Iraci de Oliveira, de 56 años, dijo que para ella la tragedia fue un parteaguas. “Yo recién había sido colocada como obrera, me senté en medio del salón, pero el pastor les pidió a los obreros, jóvenes y evangelistas que se sentaran adelante”. Ella se sentó delante del Altar y al lado de la salida del estacionamiento.

Ita recuerda que todos habían cerrado los ojos cuando, en seguida, se oyó un ruido fuerte y después un silencio. “Solo sentí la arena caer en mi rostro y, cuando abrí los ojos, todo estaba oscuro y escuché al pueblo gritando. Quedé estupefacta y no entendía lo que estaba sucediendo”.

Cuando ella salió por el estacionamiento, escuchó a las personas diciendo que el techo de la Iglesia se había caído. Ella cuenta que ayudó a las víctimas, pero sus dificultades vinieron después del accidente. “Tuve que convivir con las dudas y un bombardeo de cuestiones en mi mente. Para mí, si la Iglesia realmente era de Dios, cómo pudo permitir que eso sucediera. Pero, al ver la fuerza de los obreros que se reunieron para orar, uno ayudando al otro en aquel momento difícil, entendí que, incluso con las luchas y aflicciones, Dios siempre estaría con nosotros y que existen cosas que nunca vamos a entender y, por eso, no sirve estar cuestionando. Lo mejor es seguir adelante”.

Despedido

La pareja Eduardo Messías dos Santos, de 44 años, y Fabiana Joaquim dos Santos, de 41 años, sabe la persecución que pasó a causa de lo ocurrido. Eduardo, que en ese entonces ya era obrero, cuenta que dos jóvenes conocidas suyas fallecieron. “Me lastimé el brazo, las costillas y el hombro, pero insistí en participar en el programa del obispo al día siguiente, pues fue una fatalidad. Después del accidente, mis patrones me orientaron a poner una demanda contra la Iglesia para obtener una indemnización. Yo no quise y ellos dijeron que si yo no hacía eso, sería despedido. Entonces opté por salir”. Eduardo fue despedido, pero permaneció en la fe. “Yo sabía que Dios estaba conmigo y el obispo Macedo no tenía la culpa de nada. Fue un accidente”.

En cambio, Fabiana, que en ese entonces era evangelista, tuvo traumas después del accidente. “En algunos momento parecía que el techo se derrumbaba en mi cabeza. Era una sensación horrible. Pero Dios me liberó y hoy entiendo que todo es con el permiso de Dios. Nuestro momento no era aquel y, si lo fuera, estaríamos en paz, pues nuestra Salvación es el bien más precioso”.

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¿Por qué, Dios mío?

Jefferson Ricardo da Silva, de 40 años, también estaba en Osasco y relata que oyó gritos de mujeres pidiendo auxilio. Él recuerda que el obispo Reinaldo llamó a algunos pastores para ayudar en la preservación del lugar en aquel momento, pues los grandes medios de comunicación ya tenían información y el oportunismo hacía que se quisiera exponer a la Iglesia. “Fuimos dividiéndonos para impedir que esas personas tuvieran tal postura. Hubo un reportero que quería entrar para grabar. Después de eso, nosotros tuvimos una visita del obispo Clodomir Santos que llegó primero al lugar para ver la situación. En seguida, el obispo Macedo llegó”.

Jefferson revela que la manera de actuar del obispo Macedo le impactó. “Él vio aquello y aún sin lograr ver, porque todo estaba oscuro, podía tener una dimensión de lo que había sucedido. Él miró hacia lo alto, empezó a llorar, se quitó los lentes y dijo: ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué sucedió esto?’. Yo no olvido esas palabras”.

Él explica el cambio que provocó el hecho en él: “Yo solo tuve leves raspones en la cabeza y cortes en la espala. Como siervos de Dios, tenemos que estar listos para la Salvación. Hoy, después de todos estos años, continúo firme en la fe, sirviendo a Dios, pues suceda lo que suceda, no podemos perder la fe y el amor por las almas”.

Nada que perder 2

Este viernes 4 de octubre es el estreno de la película Nada que perder 2: No se puede esconder la verdad. Vea esta impactante historia en los mejores cines de México.

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