“Me sentía bien al golpear a mi esposa, incluso amenacé con matarla”
“Tomé caminos equivocados en mi juventud, me volví pandillero. Para mí era normal ser agresivo con los demás, pues llegué a ver actos de violencia entre mis padres.
Me uní a mi esposa muy joven y, sin importar que ella estuviera embarazada, le daba tremendas golpizas. Yo la amaba, de eso no había duda; pero me sentía bien golpeándola. Esta situación se agravó tanto que llegué a amenazarla con un cuchillo. “Si gritas te va a ir peor”, le decía intimidándola.
Pasábamos por serios problemas económicos, apenas teníamos para medio comer, mi suegra nos regalaba alimento. Además de estas dificultades, tenía adicción a la mariguana, cocaína, thinner y pegamento, inhalaba esas sustancias para “estar bien”.
Me fui a otro país buscando un mejor porvenir; sin embargo, no me alcanzaba para mandarle dinero a mi esposa ni a mis hijos, por mis vicios.
Supe del Centro de Ayuda Universal y no dudé en ir, pensé que en ese lugar se transformaría mi vida. Me sentí muy contento al escuchar la prédica, comprendí que el sufrimiento no era normal y deseé con todas mis fuerzas, transformar mi vida.
Dios se agradó de mi fe y vinieron los cambios al practicar su Palabra, principalmente el alejarme de los vicios, ya no necesité de sustancias para estar bien. Mi carácter cambió, dejé de ser agresivo y me volví amoroso con mi familia. Regresé a mi país e invité a mi esposa a ir a la IURD, juntos luchamos por restaurar a nuestra familia. Hoy tenemos la bendición de estar unidos como pareja y con mis hijos”, Julio Linares.
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