“Lejos de Dios, sólo conocí el sufrimiento”

«Lejos de Dios le abrí las puertas a las drogas, al cigarro, al alcohol… ¡mi vida era un infierno!»

“A los 11 años, llegué a la Universal, participaba en la EBI y disfruté ese periodo. Sin embargo, entrando en la etapa de la adolescencia, me alejé de la Presencia de Dios. Estando apartada de Él, probé el cigarro y el alcohol, pero esto no fue suficiente; entonces, consumí marihuana, tachas y piedra. Para mí, los viernes, ya era un hábito irme de fiesta para emborracharme.

Después, ya no eran sólo los viernes, mi libertinaje empezaba los miércoles; además, fumaba una cajetilla de cigarros al día. A pesar de llevar una vida en la que tenía ciertas ‘libertades’, en mi interior no andaba nada bien: estaba deprimida y creí que con una pareja esto cambiaría, pero al contrario, en mí nació el deseo de quitarme la vida. Una vez, quise aventarme a las vías del metro para ponerle fin a mis días.

Mis papás siempre se preocuparon por mí y, al verme lejos de Dios, usaron su fe. Oraban pidiéndole que me ayudara a volver a Su Presencia. Un día, me animé a ir a una reunión y ahí me di cuenta de la falta que me hacía Dios, mi vida a Su lado era feliz y yo quería esa felicidad de vuelta, así que decidí reencontrarme con Él. Fui constante en las reuniones, decidí bautizarme en las aguas y buscar con esmero el bautismo con el Espíritu Santo. No fueron inmediatos los cambios, pero sucedieron.

Hoy que lo he recibido, todo es diferente: dejé los vicios, las fiestas, tengo ganas de vivir y sé que a Su lado me espera una vida bendecida, con dificultades por superar, pero también de grandes satisfacciones”, Ximena Aguilar.

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