Laila es llevada ante Jesús por ser sorprendida en adulterio

Simón finalmente descubrió a Laila con Jairo. Después de que la pareja discutió y cada uno dio sus razones para defenderse, el fariseo jaló a su esposa del cabello mientras le gritaba que es una adúltera.

Mientras, en el sanedrín, Caifás estaba hablando con Santiago el Justo, pidiéndole perdón por la actitud que tuvo con respecto a la familia de José de Arimatea. En lo que estaban hablando, llegó Simón arrastrando a su esposa. Al escuchar todo, a Caifás le pareció que este hecho era la oportunidad perfecta para atrapar al Mesías. Así que decidió que todos fueran al Templo.

La fiesta seguía y Asisa estaba expresándole su enojo a Mateo, solo que se detuvo al ver a la muchedumbre llamando «adúltera» a su hermana Laila. La gente llegó al Templo, Jesús estaba enseñando y tan pronto vio al Maestro, Caifás le dijo que Laila fue sorprendida en adulterio. Asisa no podía con lo que estaba viendo, por lo que le pidió a Mateo que mejor la sacara de ahí. Estando a solas, ella empezó a culparse, confesándole a su esposo que estaba pagando por el mal que les hizo a las personas, sobre todo a María.

A la vez, Caifás le dijo a Jesús que la Ley de Moisés castiga el adulterio:

«Tú, pues, ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. 

Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.» (Juan 8:5-11).

Como no logró su cometido, Caifás estaba furioso. Y su enojo aumentó en la noche, pues una vez más el Mesías apareció en el Templo y dijo: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.» (Juan 8:12).

Aunque Nicodemo le dijo al Sumo Sacerdote que no siga con su plan de querer atrapar a Jesús, de lo contrario causaría una revuelta aún peor.

La noche continúa…

Todos pasaron el resto del día tranquilos y alegres.

Adela celebraba porque finalmente pudo liberar a su hija Diana con el dinero que le devolvió Zaqueo. Este último se encontraba muy feliz, compartiendo la experiencia que tuvo con Jesús y de cómo Él cambió su vida, razón por la que preparó un banquete, en el que invitó a muchas personas necesitadas.

Asisa estaba llorando, creía que su hermana había sido apedreada; pero para su sorpresa, la vio con vida. Laila le contó que Jesús la salvó y, sobre todo, la perdonó. De ahí, Laila se fue a la posada para hablar con Simón, pero este terminó echándola.

Finalmente, Magdalena fue llevada por Petronio a la fortaleza Antonia para darle parte de sus recursos económicos. En la ocasión, él le pidió matrimonio de nuevo a ella, solo que una vez más tuvo que rechazarlo, pues le dijo que no podía estar con alguien que no comparte su misma fe. Molesto, Petronio le reafirmó también que no había nada más de qué hablar.

No te pierdas esta maravillosa historia

Separa un tiempo y no te pierdas los detalles de esta increíble historia. Sintonízala en UNIFE, canal 8.3, de lunes a viernes a las 10 p. m. También ya puedes verla en el streaming del sitio.

Y recuerda: todos los domingos, a las 8 p. m., podrás ver el resumen semanal.

Sigue con: ¿La incapacidad para comunicarte está afectando tu vida?