La Presencia Prometida

La Presencia Prometida

Por Departamento Web

Muchos acuden a las reuniones en la iglesia, pero la mayoría se enfoca solamente en resolver sus problemas. Y, de hecho, sí es posible hallar una solución para esos problemas. Por ejemplo, la Hoguera Santa es un propósito de fe que lleva a la persona a conquistar. De acuerdo con lo que explicó el obispo Franklin, durante el Santo Culto del 19 de noviembre, hay quienes participaron en ella y ya obtuvieron varias conquistas (prosperidad económica, restauración familiar, viajes a los lugares más lindos del mundo). Sin embargo, no priorizaron conquistar lo principal, que es tener la presencia de Dios en su interior. Es por eso que algunos se han desanimado de la fe y ante los obstáculos se desvanecieron.

El obispo recalcó que ninguna conquista puede sustituir la presencia de Dios y agregó que «muchos creen que por recibir las bendiciones ya tienen al Señor Jesús dentro de sus vidas, no obstante, si la persona tiene desequilibrios emocionales, sufre de ansiedad, no duerme por las preocupaciones, tiene mala conducta, mal carácter o es rebelde, es porque en realidad no Lo tiene a Él».

Tal vez usted está cometiendo el error de dejar de lado lo más importante; a lo mejor ha estado muerto(a) en vida o con la mente envejecida, en cambio, si prioriza la presencia del Altísimo en su ser, podrá hasta envejecer físicamente, pero interiormente va a tener vitalidad, porque esta presencia le transforma, levanta y le hace llegar hasta donde usted no imagina.

¿Cómo lograrlo? Es cuestión de tomar su vida tal y como está para entregársela al Señor. «Es como un matrimonio: sacrificarse y entregarse el uno al otro. Es lo que Dios quiere, que usted se case con Él. ¿Quién tiene más para dar, usted o Dios? ¿Qué puede perder? ¡Nada! Pero a veces uno, por orgullo, no toma una decisión y continúa sufriendo», comentó.

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Un ejemplo de ello es el pueblo de Israel, que cometió un gran error cuando, tras salir de Egipto, hicieron un becerro de oro y comenzaron a adorarlo (Éxodo 32). Por ese motivo, Dios se indignó con ellos, pues Él los había librado de una esclavitud de 400 años; pero solo pasaron 40 días de que Moisés había subido al monte Sinaí, cuando se desviaron y empezaron a adorar a esa imagen. Por eso, el Altísimo le dijo a Moisés que se fuera con el pueblo hacia la tierra prometida, pero que Él no estaría con ellos.

«Entonces el Señor dijo a Moisés: Anda, sube de aquí, tú y el pueblo que has sacado de la tierra de Egipto, a la tierra de la cual juré a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré. Y enviaré un ángel delante de ti, y echaré fuera al cananeo, al amorreo, al hitita, al ferezeo, al heveo y al jebuseo. Sube a una tierra que mana leche y miel; pues Yo no subiré en medio de ti, oh Israel, no sea que te destruya en el camino, porque eres un pueblo de dura cerviz.» (Éxodo 33:1-3).

Es decir, Dios les dijo: «¿Ustedes quieren la tierra prometida? Muy bien, Yo se las doy, vayan y poséanla, pero un ángel irá con ustedes, Yo no». Muchos hoy están en esa situación, quieren resolver el problema en el matrimonio, la economía, etc., pero Dios les dice: «Voy a mandar a un ángel para que vaya con su marido y lo libere o para que abra el camino en su negocio. Pero Yo no voy a estar con usted». ¿Qué haría ante esa propuesta de recibir lo que usted quiera, menos la presencia de Dios?

No son pocos los que terminan accediendo, pues su naturaleza humana les hace ser así desde la niñez. Pero lo único que hace que el alma descanse es la presencia de Dios, si usted no la tiene, será insaciable y va a vivir un infierno.

«Y Moisés dijo al Señor: Mira, Tú me dices: Haz subir a este pueblo; pero Tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Además has dicho: Te he conocido por tu nombre, y también has hallado gracia ante Mis ojos. Ahora pues, si he hallado gracia ante Tus ojos, te ruego que me hagas conocer Tus caminos para que yo te conozca y halle gracia ante Tus ojos. Considera también que esta nación es Tu pueblo.» (Éxodo 33:12-13).

¿Qué quería Moisés? Conocer a Dios. Él ya había tenido experiencias con Su poder: ya había visto al mar rojo abrirse, a Egipto ser destruido, pero eso no le bastaba, quería la presencia de Dios, conocerlo. «Dios quiere que usted tenga el deseo de recibirlo. Porque si lo hace, va a tener más de lo que puede imaginar», explicó el obispo.

«Y Él respondió: Mi presencia irá contigo, y Yo te daré descanso. Entonces le dijo Moisés: Si Tu presencia no va con nosotros, no nos hagas partir de aquí.» (Éxodo 33:14-15).

Si Él verdaderamente está con usted, podrá andar por el valle de sombra de muerte, pero no temerá. Ese fue el caso de Moisés, quien, en otras palabras, le dijo: «Yo no quiero nada, si Tu presencia no va con nosotros».

Recuerde: primero, la Presencia Prometida; después, la Tierra Prometida.

De nada sirve tener la Tierra Prometida sin la Presencia Prometida. Si usted es una persona que vive inestable, ansioso, con dudas, miedos, pero quiere el descanso para su alma, esta Hoguera Santa de la Indignación es para eso, para que usted priorice tener a Dios en su interior. ¡Es una entrega completa!

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