La Nueva Alianza

El pasado domingo 12 de noviembre, en el Templo de los Milagros, la Reunión del Espíritu Santo comenzó con la Santa Cena. Pero antes de participar de ella, el obispo Franklin Sanches aclaró que no es posible tomarla de cualquier manera.

«El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: “Esto es Mi cuerpo que es para ustedes; hagan esto en memoria de Mí”.» (1 Corintios 11:23-24).

Lo que el Señor Jesús quería era que la Santa Cena fuera un recuerdo de lo que Él hizo por nosotros: pagar un precio muy alto para que pudiéramos ser salvos y recibir el perdón de nuestros pecados. «Entonces, cuando tomo este pan, recuerdo todo el dolor que Él sufrió por mí en la cruz, aun siendo pecador y lleno de fallas. Pero, así como fue capaz de entregar Su propia vida, a cambio también quiere que Le entregue toda mi vida», refirió el obispo.

Sin embargo, también explicó que muchas veces las personas hacen esto pensando en los beneficios que pueden obtener de Dios; no obstante, ellas no quieren sufrir por la causa de Cristo: «Cuando nos entregamos a Jesús, no solo gozaremos de Sus bendiciones, sino que por Él seremos perseguidos, pasaremos injusticias, enfrentaremos calumnias…, todo esto será parte de nuestra jornada con Cristo. Así como Él estuvo dispuesto a sufrir por mí, también estaré dispuesto a lo mismo por Él», agregó.

Esto lleva a la siguiente pregunta: ¿por qué soportar con alegría las persecuciones e injusticias por la causa de Cristo? Primero es necesario aclarar un punto….

Para que una persona fuera perdonada por un pecado, según como está descrito en el Antiguo Testamento, tenía que tomar un cordero (el cual representaba al pecador) y presentárselo al sacerdote. Después la persona tenía que colocar la mano en la cabeza del cordero y, mientras ella lo miraba a los ojos, el sacerdote lo sacrificaba.

¿Se imagina ver morir a un animal inocente por los errores cometidos? Antes, la alianza con Dios se hacía con sangre de un animal, pero tras el sacrificio de Jesús, ahora el pacto se hace con la sangre del Hijo de Dios.

«De la misma manera tomó también la copa después de haber cenado, diciendo: “Esta copa es el nuevo pacto en Mi sangre; hagan esto cuantas veces la beban en memoria de Mí”» (1 Corintios 11:25).

La sangre de Jesús nos permite acceder al trono de la gracia de Dios. Por eso, cuando dice que hagamos esto en Su memoria, es para que recordemos que nuestro pecado costó la vida de un inocente, la vida del Santo Hijo de Dios. Esa es la idea de la nueva alianza.

Pero el hecho de que la sangre de Jesús nos lava de todo pecado no significa que podemos pecar de manera deliberada: «Si no quiero tener una vida íntegra, no debo participar de la Santa Cena; ya que estaría haciéndolo indignamente por no querer unirme a Cristo. Pues ella es para quien decide entregarle su vida a Jesús. Quizá la persona ha vivido de forma errónea, pero si está decidida a empezar una nueva vida, entonces, puede participar de esta ceremonia», concluyó.

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