¿Has cedido a tus inclinaciones?

Es común que las cristianas escuchen que deben elegir entre «vivir según la carne o el espíritu». Sin embargo, ¿has reflexionado realmente sobre la seriedad de este asunto? Y aún más importante, ¿has estado guiando tu vida bajo tus propias inclinaciones o bajo la Voluntad de Dios?

Muchas mujeres han decidido entregarle sus vidas a Dios y han hecho el voto de vivir de acuerdo con Su Voluntad, inclinándose hacia el Espíritu. Sin embargo, muchas se dejan llevar por sus propios deseos y voluntades, se someten a la carne y se convierten en enemigas de Dios, como se enfatiza en el pasaje bíblico de Romanos 8:7-8: «ya que la mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo, y los que están en la carne no pueden agradar a Dios».

Esta inclinación hacia la carne puede no ser un pecado o algo malo inicialmente, pero muchas veces es un deseo del corazón de la mujer que va en contra de la Voluntad de Dios y, por lo tanto, puede afectar su relación con Él.

La cristiana pone en riesgo su vida y su Salvación al someterse a la carne. Cuando haces la voluntad de tu carne, te conviertes en enemiga de Dios, y esto es muy profundo, porque el enemigo de Dios es el diablo.

Muchas mujeres fingen que Dios es su Señor, pero en realidad se sirven a sí mismas, ignorando la voz del Altísimo. La carne no se somete a la Ley de Dios porque sigue lo que quiere el corazón, y este es engañoso y corrupto. El corazón quiere lo que quiere sin pensar en las consecuencias.

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Los pensamientos y actitudes de la mujer que no vive según el espíritu carecen de consecuencias, ya que busca solamente la satisfacción de su propio placer. Por lo tanto, no sirve de nada vivir según las inclinaciones carnales y luego tratar de compensar o encubrir los errores con buenas acciones. Por ejemplo: si tu esposo te hizo daño, te lastimó y te ignoró, y luego llega con flores tratando de encubrir lo que sucedió, no lo aceptarás. Y con Dios es igual, Él ve tus intenciones y no se complace en ello.

Cuando una mujer cristiana vive para satisfacer sus propias inclinaciones, impide que el Espíritu Santo habite en su vida, ya que no puede permanecer con alguien que Lo ignora, como se aclara en el pasaje de Romanos 8:9: «vosotros no estáis en la carne sino en el Espíritu, si en verdad el Espíritu de Dios habita en vosotros. Pero si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de Él.».

Por lo tanto, es necesario que toda cristiana reflexione sobre sus deseos y acciones, evalúe si agrada a Dios o no, si se arrepiente de su comportamiento y si actúa según la Voluntad de Dios, incluso si es diferente de su propia voluntad. Muchas mujeres defienden no anularse a sí mismas en favor de nadie, pero para vivir en el espíritu, es necesario anularse a sí mismas para complacer a Dios. Contrariamente a lo que pueda parecer, anularse en favor de Dios conlleva grandes beneficios. Cuando nos anulamos por el Espíritu de Dios, Él nos da vida en lugar de la muerte de la carne, nos brinda seguridad, fortaleza, paz y bienestar.

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