Entristecer
«Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, por el cual fuisteis sellados para el día de la redención.» (Efesios 4:30).
Cuando no obedecemos la Palabra de Dios, entristecemos Su Espíritu, que todo el tiempo habla en nuestro corazón, dándonos la dirección para elegir lo adecuado para nuestra vida, para, entonces, andar en Su Justicia. Él requiere de nosotros solo la fe en Sus Promesas, para vivir con Él en la eternidad.
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