El culpable de las desgracias humanas

El culpable de las desgracias humanas

Por Departamento Web 2

¿Usted sabe cuál es el comienzo, el principio de las desgracias humanas? Ese fue el tema central del Santo Culto del pasado 29 de octubre, realizado en el Templo de los Milagros por el obispo Franklin Sanches.

Al respecto, él señalaba que todo comienza en el corazón (alma), pues está escrito:

«Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de la vida.» (Proverbios 4:23).

Es decir, así como del corazón puede emanar vida, de ese mismo corazón puede salir muerte. Y por eso, el corazón fue el inicio del caos para la humanidad en el Edén, pues el obispo comentaba que Dios pone límites para proteger al ser humano, para librarlo del mal; pero al dejarse guiar por el corazón termina destruyendo su vida.

Así como ocurrió con Adán y Eva, quienes desobedecieron al primer «no» de Dios al comer del fruto del árbol del bien y del mal, por dejarse llevar por su corazón y sus caprichos. Este es el principio del dolor de las personas, pues ellas no sufren por falta de un aviso, sino por solo sentir y no usar la razón. A pesar de eso, Dios les dio la oportunidad de arrepentirse, pero al igual que sucede hoy, Adán y Eva terminaron culpando a otros y al Señor por sus desgracias.

¿De dónde sale el mal?

«Porque de adentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, avaricias, maldades, engaños, sensualidad, envidia, calumnia, orgullo e insensatez. Todas estas maldades de adentro salen, y contaminan al hombre.» (Marcos 7:21-23).

Como muestra la palabra, el corazón es perverso, y el mal desde el principio de la creación ha ido sembrando ideas en la mente del ser humano que después termina aceptando como deseos legítimos. Así, su corazón va siendo dominado por el diablo.

Un ejemplo de eso es la persona que empieza a pensar que la muerte es la única salida para sus problemas y que así va a poder «descansar». Al menos eso es lo que el mal va sembrando en el corazón de la persona. De tal manera que vemos que ella no peca de un momento a otro, primero se deja seducir por esa idea maligna en su corazón, hasta que un día lo realiza.

El obispo dio el ejemplo de aquel que adultera: este lo va planeando en su corazón, y empieza con miradas, coqueteos, elogios, etc., hasta que comete el acto.

Es decir, todo empieza en el corazón. La caída de Adán y Eva fue así, dejaron de guiarse por lo que Dios les decía para dejarse orientar por su corazón, por las insinuaciones de la serpiente, de tal manera que cayeron y perdieron el paraíso.

El secreto para reconstruir una vida

«Porque Yo, el Señor, no cambio; por eso ustedes, oh hijos de Jacob, no han sido consumidos. Desde los días de sus padres se han apartado de Mis estatutos y no los han guardado. Vuelvan a Mí y Yo volveré a ustedes, dice el Señor de los ejércitos. Pero dicen: “¿Cómo hemos de volver?”.»(Malaquías 3:6-7).

Cuando Dios le dio estas palabras al pueblo de Israel, ellos querían hacer las cosas a su manera y con trampas, porque eran corruptos y estaban alejados de Dios, por eso el Señor les dijo «hijos de Jacob» (este último, sufrió a causa de sus engaños hasta que, arrepentido, le pidió a Dios un nuevo corazón y su vida fue reconstruida).

Esto en los días de hoy quiere decir que, sin importar como esté su vida, también puede ser restaurada. Pero «la solución para que usted salga de todo eso es una decisión, y esa decisión la tomo con la cabeza, no con el corazón. Es solo una decisión, yo decido volverme hacia Dios, yo decido cambiar; es mi decisión, no depende de nadie más.

Usted solo necesita decidir: “ya no quiero seguir por ese camino; ya no quiero hacer esas cosas que Jesús dijo que salen del corazón. Ya no quiero más”. Y cuando el Señor dice: “Vuélvanse a Mí y yo Me volveré a vosotros”, está diciendo “si ustedes deciden buscarme, Yo les voy a favorecer. Si ustedes deciden priorizarme, Yo voy a cuidar de ustedes”», enfatizó el obispo.

Al igual que los primeros hombres de la creación, cuando un niño nace es puro. Él no nace siendo ladrón, por ejemplo, pero eso cambia a partir del momento en que la maldad entra en su corazón. No obstante, mientras el ser humano no sea consciente de lo corrupto de su corazón, y no se arrepienta, siempre va a culpar a los demás, como ocurrió con Adán y Eva, pues vivirá justificando sus errores. Este es el problema para que una vida sea restaurada, porque la persona no entiende que todo comienza en su corazón.

Pero ¿cómo volver a Dios?

Todo empieza con reconocer los errores, con el arrepentimiento, pues es ahí, cuando no hay más excusas, que Dios se vuelve para la persona, sin importar quién sea ella, ni los errores que allá cometido. Pero la Palabra de Dios nos da más detalles:

«¿Robará el hombre a Dios? Pues ustedes me están robando. Pero dicen: ¿En qué te hemos robado?”. En los diezmos y en las ofrendas. Con maldición están malditos, porque ustedes, la nación entera, me están robando. Traigan todo el diezmo al alfolí, para que haya alimento en Mi casa; y pónganme ahora a prueba en esto, dice el Señor de los ejércitos, si no les abro las ventanas de los cielos, y derramo para ustedes bendición hasta que sobreabunde.» (Malaquías 3:8-11).

Muchos no comprenden lo que es el «diezmo», porque lo que realmente significa es que la persona Lo priorice, que Lo ponga como lo primero en su vida: el primero con quien se habla por la mañana, el primero en agradecer por los alimentos antes de comer, darle siempre lo mejor; Dios quiere que el ser humano tenga esa conciencia para que no lo haga por obligación sino por amor y consideración.

Pero «¿qué es ofrenda? la ofrenda, es una expresión de amor. Es cuando yo gano un alma para Jesús; cuando estoy compartiendo mi fe con otra persona; cuando usted adora a Dios, y lo hace de todo corazón, eso es una ofrenda. Por ello, diezmar y ofrendar no es un peso, porque eso solo es un detalle, entre todo lo que yo ya hago para Dios.

Entonces, ¿quién quiere volverse a Dios de todo corazón y con toda su alma?» finalizó el obispo.

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