El comportamiento financiero se aprende tempranamente

Por Patricia Lages

Probablemente, la manera en que lidiamos con las situaciones en la infancia se repetirá en la vida adulta. Por eso es necesario educar económicamente a los niños

¿Quiénes de los que están endeudados no reconocen que si hubieran tenido una mejor educación financiera tempranamente no habrían cometido tantos errores? Para que esa estadística no se repita en el futuro, es necesario, desde ahora, cambiar algunos comportamientos con respecto al dinero. Incluso porque, las finanzas no son una ciencia exacta, sino humana.

Si las personas se basaran solo en las matemáticas, no gastarían más allá de lo que su capacidad económica se los permite. Por influencia de factores externos, principalmente para ser aceptados por la sociedad, muchos gastan más de lo que pueden y, cuando el resultado desastroso no genera nada más que remordimiento —que es totalmente diferente del arrepentimiento— el ciclo se repite y la persona se encuentra en un círculo sin fin.

Ese comportamiento les ha sido transmitido a los niños de manera temprana, sin que los padres digan una palabra e incluso sin notarlo. Con el objetivo de que sus hijos sean aceptados, muchos gastan lo que no pueden para vestirlos igual a “todo el mundo” o para que tengan el material escolar del personaje de moda y no sufran bullying, aunque la cuenta sea cuatro veces más cara.

En una mentoría pro-bono, atendí a una joven madre que, a pesar de que su marido estuviera desempleado, daba el 20% de su salario todos los meses para que su hija comprara comida chatarra y refrescos en la cafetería de la escuela. A pesar de que ese valor correspondiera a la mitad de los gastos mensuales del supermercado, ella no estuvo de acuerdo con recortarlos, pues necesitaba “cerrarle la boca” a un grupo de niñas “detestables” que llamaban “pobre” a su hija.

Es exactamente lo que afirmó el actor norteamericano Will Smith: “Las personas gastan el dinero que no tienen para comprar cosas que no necesitan e impresionar a la gente que les desagrada”.

Por más que yo le haya mostrado en las cuentas que aquel gasto era absurdo para su realidad y que su hija estaría mucho más saludable llevando el lunch de casa, no hubo ningún trato. Y como el “grupito de las detestables” continuó llamando “pobre” a la niña, la madre tomó una actitud que aumentó aún más el rumbo del presupuesto: compró el mejor celular para “probar” que la hija no es una “pobre cualquiera”.

El mensaje transmitido para esa niña es que todo es válido para ser aceptada y que el hecho de tener está por encima de ser. En su afán de cuidar a su hija, los padres se dejaron llevar por el sentimiento y no aprovecharon lo sucedido para enseñarle cómo vencer situaciones adversas con el uso de la razón. En lugar de eso, intentaron “comprar” la solución que, dicho sea de paso, no funcionó.

Los hijos de padres endeudados serán los futuros endeudados, por eso, empéñese en cambiar su comportamiento financiero para transmitirles un mensaje positivo y racional a sus hijos. Con certeza, ellos estarán más enfocados, ilustrados y, en consecuencia de eso, prósperos.