El abrigo del Altísimo
No son pocos los que conocen el Salmo 91, incluso hay quienes se lo saben perfectamente de memoria. La razón de esto es por las promesas y bendiciones que Dios tiene para todos. Sin embargo, el pasado domingo 8 de octubre, el obispo Franklin Sanches explicó que la gran mayoría pasa por alto que, para estar bajo Su protección divina, primero es necesario seguir una disciplina.
«El que habita al abrigo del Altísimo morará a la sombra del Omnipotente. Diré yo al Señor: Refugio mío y fortaleza mía, mi Dios, en quien confío» (Salmo 91:1-2).
«Él dijo “el que habita”, no el que visita. Por ejemplo, usted va a su trabajo o a la escuela, pero ¿vive ahí? No. Solo se dirige a ese lugar y regresa a donde realmente habita. Ahora bien, ¿qué significa habitar en el abrigo del Altísimo? Permanecer en la presencia de Dios. Al terminar la reunión, uno sale de la iglesia, pero continúa en Su presencia. Así esté trabajando o en la universidad, permanece con Él», explicó el obispo.
No obstante, para quedarse en el abrigo hay una disciplina que seguir. El obispo Franklin comparó la situación con lo que suele ocurrir en las familias. Los padres establecen reglas para sus hijos, si estos últimos las rompen, se les llama la atención. Y hay padres que en un determinado momento dicen: «Fuera de mi casa».
«Entonces, imagínese ahora con el abrigo del Altísimo. Muchos no habitan en él precisamente porque no siguen la regla de apartarse del pecado. En cambio, los que están bajo el abrigo significa que se alejaron del pecado y están luchando contra él. Todo el mundo puede entrar a este lugar, el problema es permanecer. Para lograr eso, es necesario sacrificar, es decir, negarse a sí mismo, someterse a las reglas del dueño del abrigo», destacó.
Pero seguir estas reglas acarrea el cumplimiento de las promesas y el cuidado de Dios:
«Porque Él te libra del lazo del cazador y de la pestilencia mortal. Con sus plumas te cubre,
y bajo sus alas hallas refugio; escudo y baluarte es su fidelidad. No temerás el terror de la noche,
ni la flecha que vuela de día, ni la pestilencia que anda en tinieblas, ni la destrucción que hace estragos en medio del día. […] No te sucederá ningún mal, ni plaga se acercará a tu morada.Pues Él dará órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te guarden en todos tus caminos.[…] Sobre el león y la cobra pisarás; hollarás al cachorro de león y a la serpiente.» (Salmo 91:3-12).
Al respecto, el obispo Franklin aclaró: «Estar en el abrigo no significa que uno no tendrá percances. El lazo del cazador vendrá, pero Dios le librará. Entienda, usted tendrá enemigos que se levantarán contra usted, pero si está bajo ese abrigo, Él le defenderá. Por lo tanto, no guarde resentimiento hacia una persona, no se preocupe por eso, sino en estar con Dios».
Este resguardo del Señor abarca todos los aspectos: «el terror nocturno, las envidias…, ningún mal le hará daño mientras continúe ahí, y eso le traerá paz. Imagínese, hasta su casa estará protegida. La ventaja de entregarle su vida a Jesús es que no solo usted será beneficiado, sino también los de su casa. Dios los va a guardar por amor a usted. Él protege a aquellos que Le pertenecen».
«Porque en mí ha puesto su amor, yo entonces lo libraré; lo exaltaré, porque ha conocido Mi nombre.Me invocará, y le responderé; Yo estaré con él en la angustia; lo rescataré y lo honraré;lo saciaré de larga vida, y le haré ver mi salvación.» (Salmo 91:13-16).
Como ya se dijo, los problemas surgirán, habrá días de angustia y momentos difíciles que todo ser humano enfrenta. Superarlos requiere de un factor esencial: el Espíritu Santo. Por ello, el obispo resaltó que, si usted cuenta con Él, «los miedos se acaban. Usted enfrentará luchas, pero ya no le paralizan, ni la depresión ni los ataques de ansiedad estarán en su interior, solo la certeza de que Dios está con usted. Aunque todos le abandonen (su marido, esposa, familia, etc.), Jesús nunca lo hará. Él estará con usted en la angustia y le librará de ese momento adverso».
Para finalizar, se explicó que este salmo es como un puente: «En otras palabras, es la vida de la que uno va a pasar de un lado al otro: primero es habitar en el abrigo, y al atravesarlo estarán todas las cosas que se vivirán, todo el proceso de la vida; luego finaliza con la salvación de su alma», concluyó.
Quien quiere que esto suceda, ahora sabe qué hacer.
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