Coquetear por redes sociales, con alguien que no es tu pareja, también es ser infiel

El acto no precisa consumarse físicamente para tomarse como infidelidad

Si bien las redes sociales facilitan la co­municación entre las personas, sobre todo cuando se trata de seres queridos o amigos que se encuentran lejos, también podrían convertirse en un arma de doble filo, especialmente para las parejas.

De acuerdo con Leandro González Frea, experto en tecnologías de la información, los mensajes de texto, WhatsApp, Face­book y de Twitter se han vuelto el lenguaje de la infidelidad. Incluso, una de sus inves­tigaciones revela que el 80% de los juicios relacionados con divorcios inician porque alguno presenta conversaciones en redes sociales como pruebas.

Por otra parte, hay quienes aún piensan que para ser infiel debe existir contacto físico; sin embargo, mantener un vínculo con otra persona por redes sociales, don­de haya interés romántico o sexual, tam­bién es considerado infidelidad y causa el mismo dolor. «Todo comienza a partir de la intención, con pequeñas señales de coque­teo a un tercero», explica Ana M. Restrepo, especialista en psicología.

Por tal motivo, si te das cuenta de que tu relación está en crisis, haz algo. En la Universal se lleva a cabo la Terapia del Amor, una reunión que se celebra todos los jueves, donde podrás recibir la bendición de Dios y su guía para acabar con tus con­flictos amorosos.

«Perdí la cordura y en la discusión le enterré un cuchillo a mi esposo»

«Nuestras peleas fueron subiendo la intensidad hasta que, en medio de una acalorada discusión, le enterré un cuchi­llo en el brazo… No supimos cómo llega­mos a eso, para nosotros el divorcio era la única salida. Quisimos resolver el pro­blema acudiendo con brujos, pero todo empeoró, porque al ver mi infelicidad empecé a desear la muerte. Para mí nada tenía sentido.

Decidí matarme… Busqué la muer­te en el Metro, iba arrojarme a las vías cuando sentí una mano que me sujetó fuerte y me dijo: “¡No lo hagas! ¡Hay una solución para ti, Dios es la respuesta!”. No conocía a esa persona, pero me dijo esas palabras con tal seguridad que solo por agradecimiento me di la oportunidad de acercarme a Dios y venir al Templo de los Milagros.

Al participar en la Terapia del Amor, el Señor sanó mi interior, comprendí lo que es el amor de verdad, aprendí a trabajar con mi esposo como equipo, le pedí per­dón y lo perdoné. Juntos luchamos por nuestro matrimonio. Esta fe ha tenido resultados y el proceso valió la pena. Hoy nos perdonamos, estamos juntos; apren­dimos a amarnos.» -Catalina González