Trabajo espuma: ¡crece y se desvanece!
La mayor revelación que Dios nos dio fue la fe inteligente.
Si queremos una iglesia evangélica de calidad en Brasil y en el mundo, tenemos que pautarnos en una fe basada en las Sagradas Escrituras, una fe que nos lleva a meditar en la Palabra y tomar actitudes basadas en esa reflexión inteligente.
«Y reposará sobre Él el Espíritu del Señor, Espíritu de Sabiduría y de Inteligencia, Espíritu de Consejo y de Poder, Espíritu de Conocimiento y de Temor del Señor.» Isaías 11:2
Podemos notar que las siete manifestaciones del Espíritu Santo están relacionadas a la razón, y no a la emoción.
Algunas personas van a la iglesia esperando “sentir algo”, y, sabiendo eso, muchos pastores quieren crear un clima emotivo en la iglesia para no decepcionar a sus fieles.
Cuando hacemos un culto regado de emoción, con muchas canciones y lágrimas, estimulamos los sentimientos humanos que terminan distanciándonos de la verdadera conversión y damos lugar a que la iglesia sea invadida por falsas doctrinas y manifestaciones carnales.
Lamentablemente, hoy hemos visto a personas que solo se emocionan en los cultos. Lloran, cantan, bailan e incluso ministran, pero, cuando salen del ambiente del culto, viven una vida opuesta a las Sagradas Escrituras, entregándose a las mentiras, a las dudas, a la prostitución, a la traición, al adulterio, a la pornografía, a la corrupción, a los vicios y a toda forma de injusticias.
Sí, la iglesia debe ser un lugar de convivencia y alegría, podemos cantar y alegrarnos, pero la enseñanza inteligente y profunda de la Palabra debe ser nuestro principal enfoque.
«Entonces os daré pastores según Mi corazón, que os apacienten con conocimiento y con inteligencia.» Jeremías 3:15
No nos interesa solo el número expresivo de evangélicos en Brasil, lo que queremos, realmente, son personas nacidas de Dios, lavadas en la sangre de Jesús, nuevas criaturas regeneradas por la Palabra y por la acción del Espíritu Santo.
Una nación evangélica madura y consciente, desprovista de emoción, es lo que marcará la diferencia en Brasil.
¡Que Dios los bendiga!
Extraído del blog del obispo Edir Macedo
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