“Tengo vergüenza de haber sido actriz porno”

La mujer más famosa de la pornografía se arrepiente de sus elecciones

Mia Khalifa, de 26 años, nació en Líbano, pero fue educada en Estados Unidos. Ella pasó muchas semanas trabajando en películas para adultos a finales de 2014. No obstante, hasta ahora, es una de las actrices pornográficas más reconocidas del mundo. La cuestión es que ella odia esa fama.

“Siento como si las personas pudieran ver a través de mi ropa. Me siento profundamente avergonzada. Tengo la sensación de que perdí el derecho a toda mi privacidad. Y perdí, porque estoy a un clic de distancia en Google”, lamentó durante una entrevista a la BBC de Estados Unidos.

Sus videos pueden ser vistos en miles de sitios y ella no tiene derecho a quitarlos de internet. A final de cuentas, en su contrato con la industria pornográfica cedió el derecho de imagen.

De hecho, la exactriz tampoco es rica. El pago de las películas fue de 12 mil dólares. No hay dudas de que sus películas generan ganancias de millones de dólares anuales para el estudio. Además, dichas películas aún son el producto principal de la empresa. Pero ella no tiene derecho a ningún centavo, solo lo que recibió hace cinco años.

Y la industria pornográfica factura más de 10 mil millones de dólares al año.

 Joven, sin autoestima y asustada

La historia de Mia Khalifa es la misma de millones de jóvenes. De acuerdo con la propia exactriz, casi todas las mujeres que ella conoció en la industria pornográfica eran jóvenes que necesitaban dinero y no tenían idea de la magnitud de la decisión que estaban tomando. De hecho, la mayoría de las actrices son engañadas y explotadas por esa industria millonaria.

“Lo que me había impulsado a hacer pornografía era creer que nadie lo descubriría”, relata.

Además, ella estaba demasiado asustada para dar marcha atrás y rechazar la oferta que ya había aceptado. Se sentía presionada por los empresarios que la estaban contratando.

Más allá de la sobreexposición, Mia fue rechazada por la familia, tuvo diversos problemas en la vida amorosa y hasta ahora se arrepiente de sus “terribles decisiones”, como ella misma lo dijo.

Epidemia mundial

No solamente en Estados Unidos las mujeres son explotadas y vendidas como productos. En todo el mundo, esta situación se repite, tanto en películas como en programas de televisión, revistas e incluso en la industria de la música.

Un ejemplo de eso es la escritora brasileña Andressa Urach. Ella se volvió famosa como edecán en un programa de televisión que exhibía a varias mujeres semidesnudas. Además de eso, hizo fotos para revistas masculinas e incluso llegó a prostituirse.

Ella era muy famosa. Los hombres la deseaban y las mujeres querían ser como ella. Pero, la felicidad estaba muy lejos.

“Todo fue una ilusión. Lo que este mundo ofrece es una alegría pasajera. Después, uno se siente vacío, depresivo y pensando en morir”, afirmó en una entrevista realizada por Universal.org de Brasil.

Andressa conoció la Palabra de Dios, abandonó la antigua vida y desde hace años vive en paz consigo misma, pues el Espíritu Santo la transformó en una nueva mujer, completamente diferente. No obstante, no le gusta mucho recordar su pasado:

“Cuando muestran imágenes o hablan, es como si no fuera yo, no me gusta ver, no es algo agradable para mí. Siento vergüenza. Yo era muy vulgar. Dios tuvo misericordia de mí. Ver a aquella Andressa es como si, realmente, fuera otra persona. Me arrepiento mucho de mi pasado. Si pudiera cambiarlo, haría eso, pero no puedo”, enfatiza.

Cuidado con la atención deseada

Mia, Andresa y millones de mujeres buscan o buscaron la admiración por medio de su belleza física. Cuando eso sucede, se vuelven adictas a ser deseadas. Cristiane Cardoso, escritora y fundadora del movimiento Godllywood comentó lo siguiente: “Cuando Mia Khalifa se hizo cirugía plástica, cuando se puso silicona, a ella le gustó la atención que recibía de los hombres, de sentirse deseada. Entonces, la invitación tenía su atractivo. Porque quería ser deseaba, le gustaba tener aquella atención”, resaltó la escritora. “Y eso es adictivo”.

De acuerdo con ella, “muchas de las jovencitas que entran a dicha ‘carrera’ pornográfica entran por eso. No es solamente por el dinero. También es por el deseo de sentirse deseada, de sentirse querida, amada”.

No obstante, como es posible ver en los casos citados, ese deseo no acarrea felicidad. Al contrario, solo ocasiona vergüenza y arrepentimiento. “Antes, yo necesitaba estar rodeada de personas y, aun así, me sentía sola. Hoy puedo estar sin nadie y no me siento sola. Porque yo tengo lo principal: al Espíritu Santo en mi interior”, concluyó Andressa.