Ser humilde y adorar

«Y he aquí, se le acercó un leproso y se postró ante Él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Y extendiendo Jesús la mano, lo tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante quedó limpio de su lepra.» (Mateo 8:2-3).
El hombre leproso honró al Señor Jesús al decir: «Señor, si quieres, puedes limpiarme», resaltando así Su importancia y autoridad. A diferencia de muchos que lo tratan como a un empleado, él demostró humildad y temor. Por esta actitud, Jesús respondió de inmediato: «Quiero; sé limpio». Jesús busca personas con esa fe, que lo honren y lo adoren con sinceridad.
Por Ester Bezerra
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