Ser alguien que busca la paz

El pasado 18 de febrero se habló en todas las Universal sobre la 7.ª bienaventuranza, ¿y en qué consiste?

«Bienaventurados los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios.» (Mateo 5:9).

Esta enseñanza pudo haber sido mal recibida por los judíos. A final de cuentas, en ese entonces estaban bajo el dominio de Roma. Lo que ellos más querían era un libertador que iniciara una rebelión que los sacara de esta situación y no alguien que fuera pacífico y promoviera la paz.

Entendiendo el escenario

Dios es la propia paz, tanto que uno de los frutos del Espíritu Santo es la paz. Por lo tanto, quien es de Dios no está buscando polémicas, confusión ni enemistades.

El espíritu que gobierna este mundo quiere ver el mundo arder, es decir, apreciar la desgracia ajena. El mundo siempre promoverá la guerra. Pero quien es de Dios, además de tener paz interior, busca hacer las paces, pacificar en lo que sea posible y en lo que dependa de él.

No siempre lograremos vivir en paz con todos, por eso, el Altísimo también es llamado Señor de los Ejércitos, pues muchas veces es necesario ir a la guerra. Pero recuerda que tu guerra es en contra del mal, no en contra de las personas usadas por él. No tienes por qué devolver ofensas ni groserías con la misma moneda. No obstante, puede ser necesario alejarse de quien no quiere convivir en paz.

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Recordando las primeras bienaventuranzas

1.^a bienaventuranza

«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos» (Mateo 5:3).

Aquí, no se trata de la pobreza material, sino de la «pobreza de espíritu». Es decir, en el reconocimiento de que necesitas a Dios. «De mí mismo, no sé todo, no puedo todo, no puedo resolver los problemas de mi alma (como tener mis pecados perdonados). No puedo producir por mí mismo estas riquezas espirituales, porque tienen una fuente, que es Dios. Entonces, necesito de Él». Este es el pensamiento del humilde de espíritu.

2.^a bienaventuranza

«Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados» (Mateo 5:4).

El Señor Jesús dijo algo que parece contradictorio: felices son los que lloran. ¿Pero cómo es posible? El Espíritu Santo es Consolador, y Dios usa el dolor para traer consuelo y alegría a los que sufren. La persona que llora es bendita, porque si no fuera por ese dolor, por esa situación terrible que está pasando, tal vez no le habría prestado atención a la Palabra de Dios y, en consecuencia, conocido a Jesús.

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3.^a bienaventuranza

«Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra» (Mateo 5:5).

Normalmente, cuando se habla de una persona mansa, tranquila, gentil, con autocontrol, imaginamos a alguien débil, sin expresión, tranquilo. Por otro lado, la sociedad ve a una persona exitosa como ruidosa, rebelde y audaz. Una vez más Jesús cambia la realidad y dice que los mansos son los felices.

Al contrario de lo que la mayoría piensa, una persona mansa no es una fracasada, todo lo contrario. Una de las características del manso es ser seguro, porque sabe en quien cree y que los buenos resultados vendrán a su debido tiempo. Tiene paciencia para esperar y se mantiene tranquilo. La aparente pasividad y debilidad son, en realidad, una gran confianza en la Palabra de Dios y una fuerza tan grande que domina las emociones. Ser manso es dominarse a sí mismo para actuar en el momento adecuado y no ser dominado por las circunstancias y los sentimientos.

4.^a bienaventuranza

«Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mateo 5:7).

La definición de misericordia es el perdón no merecido y la oportunidad de comenzar de nuevo. Siendo así, el Altísimo es el primero en practicar esta lección, porque ser misericordioso es parte de Su carácter.

No importa lo tenebroso que sea tu pasado, Sus misericordias se renuevan cada mañana (lee Lamentaciones 3:22-23). Hoy Él te brinda una nueva oportunidad de recomenzar. Y el Señor nos llama a ser como Él, porque todos necesitaremos misericordia en algún momento de la vida, de Dios o de otras personas. Entonces, quien es sabio, prudente, inteligente, siembra misericordia hoy, para cosecharla mañana.

5.^a bienaventuranza

«Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados.» (Mateo 5:6).

El mundo está lleno de justicieros que buscan remediar los errores e injusticias que sufrieron. Pero esta bienaventuranza incluye la justicia que el justo debe practicar. Es decir, un tipo de justicia es la que todos quieren recibir cuando son tratados injustamente; el otro tipo es la que le debemos al prójimo. Es una calle de doble sentido: querer justicia, pero también ser justo con los demás.

6.^a bienaventuranza

«Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios.» (Mateo 5:8).

Todo lo malo que sucede comienza en el corazón: en él surgen los malos pensamientos, los malos sentimientos, etc. Si le damos lugar a lo que pide, cometeremos atrocidades. Por eso, no confíes en él.

Para limpiarlo, tienes que dejar de alimentar tu corazón y dejar de estimular pensamientos, sentimientos y deseos perjudiciales. Si es un rencor, puedes perdonar y actuar de manera opuesta al deseo de tu corazón. Si tu deseo es odiar, ora por la persona. Evita noticias, programas y contenidos que estimulen las inclinaciones de tu corazón.

Reunión del Espíritu Santo

El domingo 25 de febrero a las 10 a. m., seguirás aprendiendo sobre la 7.^a bienaventuranza y recibirás valiosas lecciones espirituales para poner en práctica en tu vida. Además, a través de tu fe, alcanzarás la paz y bienestar interior que buscas.

Te esperamos en el Templo de los Milagros: Av. Revolución núm. 253, col. Tacubaya; o en la Universal más cercana.

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