No hay caso perdido

A pesar de lo que muchas personas piensan, es posible cambiar y tener una nueva vida. Esto fue demostrado el pasado domingo 3 de marzo durante el Santo Culto, en el Templo de los Milagros.

El obispo Franklin Sanches mencionaba que la mayoría de las personas que ven el suicidio como una salida es porque ellas ven su situación como algo imposible de solucionar y como ya no soportan el sufrimiento, piensan en morir, pero en realidad lo que quieren es dejar de sufrir. No obstante, para Dios no hay imposibles.

«De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.» (2 de Corintios 5:17).

Lo que cambia la vida de una persona no es estar en la iglesia o el tener una determinada religión, sino estar en Cristo, pues es Él quien la convierte en una nueva criatura cuando ella se entrega a Dios con sinceridad y nace de nuevo. «Cuando la persona nace de nuevo, Dios le da a la persona un espíritu nuevo, le da pensamientos nuevos, cambia su manera de ser», aseveraba el obispo.

Este es el secreto del verdadero cambio. No son las palabras de súplica del familiar, los regaños o castigos, lo único que puede transformar a un ser humano es el Espíritu Santo a través de su entrega al Señor Jesús. No obstante, esto solo depende de la persona, es ella la que decide que quiere una nueva vida y sin importar los errores que haya cometido, «si alguno está en Cristo, nueva criatura es» (2 Corintios 5:17).

Lo que en verdad nos separa de Dios

Debido a los momentos dolorosos que viven, muchas personas piensan que Dios las abandonó, pero en realidad no es Dios el que se separa de ella, es el pecado; esta es la verdadera causa de esa separación y la razón por la que ellas sufren. Pues cuando uno vive alejado de Dios, el mal tiene vía libre para destruir sus vidas. A pesar de ello, Dios desea reconciliarse con los seres humanos, por eso envió al Señor Jesús para que por medio de Él pudiéramos ser lavados de todo pecado; es decir: «No hay otro camino para que nosotros seamos salvos. Solo hay un camino: Jesús. Solo el Señor Jesús es el puente que nos permite reconciliarnos con Dios», señaló.

Solo el Señor puede hacer que alguien sea una nueva criatura. «Y todo esto procede de Dios, quien nos reconcilió con Él mismo por medio de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; es decir, que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo con Él mismo, no tomando en cuenta a los hombres sus transgresiones, y nos ha encomendado a nosotros la palabra de la reconciliación. Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros, en nombre de Cristo les rogamos: ¡Reconcíliense con Dios!» (2 de Corintios 5:17-20).

Esto quiere decir que, a pesar de los errores cometidos y de la vida equivocada que la humanidad ha llevado hasta ahora, Dios quiere reconciliarse con ella a través del Señor Jesucristo. No hay religión, persona, iglesia u otro nombre por medio del cual se pueda ser libre del pecado para así restaurar el vínculo entre el ser humano y Dios.

Sin importar su pasado o quien sea la persona, cuando ella en verdad desea que el Espíritu Santo haga esa transformación en su interior, se entrega con sinceridad para que Dios le dé una nueva vida. Por Su gracia le brinda un nuevo comienzo y la salvación de su alma.

El momento es hoy

«Y como colaboradores con Él, también les exhortamos a no recibir en vano la gracia de Dios; pues Él dice: “En el tiempo propicio te escuché, y en el día de salvación te socorrí”. Pero ahora es “el tiempo propicio”; ahora es “el día de salvación”.» (2 Corintios 6:1-2).

Muchas personas postergan su salvación a pesar de que no saben qué puede pasarles de aquí a unos instantes. Pero quien en verdad desea su salvación no debe retrasar algo tan importante. El momento para volver a Dios es ahora. «Si usted con sinceridad se entrega, va a ser una nueva criatura, aquí y ahora», finalizó.

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