Migraña y dolores de cabeza afectan al 57 % de la población

Una encuesta elaborada por la consultora GFK, reveló que alrededor del 57 por ciento de los mexicanos sufren de dolor de cabeza o migraña, lo que coloca a México como el país número uno en Latinoamérica con este tipo de padecimiento.

El estudio menciona que las mujeres son más propensas a sufrirlo que los hombres, al reportar un índice de incidencia del 60 % frente al 54 % en el género masculino. Además, destacó que, en su mayoría, quienes más lo presentan son las personas que tienen hijos.

También recalcó que otro de los factores que influye es la edad, ya que 63 % de la población mexicana, de 50 años o más, padece dolor de cabeza o migraña. Así mismo demostró que las ciudades que registraron un mayor número de personas con este problema son Guadalajara, Monterrey y la Ciudad de México.

Por otro lado, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), refiere que la migraña no es lo mismo que un dolor de cabeza, pues mientras que el segundo se puede quitar con un analgésico, la migraña no porque sus síntomas son más complejos, entre ellos: alta sensibilidad a la luz, a los sonidos e incluso a los olores, náuseas, vómitos, visión borrosa y vértigo, en ocasiones, seguido por desmayo.

«Las enfermedades estaban acabando conmigo»

«Sufría dolores de cabeza intensos. Además, me daban taquicardias, me dolían las rodillas, no podía caminar… Estos padecimientos me afectaban económicamente, porque gran parte de mis ingresos los destinaba a los medicamentos. Incluso hubo ocasiones en las que no tuve para pagarle al médico.

Aunque tenía ganas de vivir, mi estado físico no me lo permitía, ya que eran muchas las preocupaciones. Aparte de mi mal estado de salud, económicamente no me iba bien. Seguido pedía dinero fiado en la tienda para poder comer y alimentar a mis hijos, porque los pocos ingresos que me llegaban no rendían.

Esta situación cambió cuando me acerqué a Dios. En la Universal aprendí a poner en acción mi fe y, poco a poco, mi vida fue cambiando, hasta llegar a una transformación completa. Mis enfermedades las fui superando una a una.

Tiempo después mi economía se estableció. No tengo la necesidad de pedir prestado ni fiado en la tienda, puedo alimentar a mi familia, ya no gasto dinero en medicamentos. Gracias a Dios todos gozamos de salud. Sin duda alguna, cuando nos apoyamos en el Señor Jesús, las cosas fluyen para bien.» -Angélica Colín