La felicidad
«…serás feliz y te irá bien» (Salmos 128:2).
La felicidad no está en las sonrisas ni en las risas. Ella no mora con la alegría ni vive siendo disfrutada por quien consigue todo en la vida.
La felicidad no es un momento o algunos momentos. Es lo contrario a lo que muchos dicen por ahí, ella no puede ser hallada ni conquistada.
La felicidad está en saber que nuestra salvación está garantizada. Que vamos a pasar la eternidad con nuestro Señor. Que por más que muchos se levanten contra nosotros, nos odien, nos persigan y hablen mentiras respecto a nosotros, nuestro Señor nunca nos abandona y cuidará de todo.
La felicidad es estar segura.
La infelicidad, entonces, es estar insegura.
Dinero, fama, éxito, una carrera, amistades, popularidad, riqueza, belleza, amor y familia no pueden proveer seguridad, no obstante, es lo que se busca por ahí para ser feliz.
¿En dónde encontrar la seguridad?
«Bienaventurado todo aquel que teme al SEÑOR y anda en sus caminos» (Salmos 128:1).
Tema a Dios y usted estará segura y, por lo tanto, feliz.
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