Jesús resucita a Lázaro

Durante esta semana, los milagros, el amor y la esperanza siguen dejando huella en los televidentes

A pesar de todo lo que está haciendo Caifás para poder matar a Jesús y querer lograr que Pilatos o Antipas maten al Mesías, el Señor sigue dando Sus enseñanzas y sanando a las personas que van a buscarlo al desierto.

Mientras tanto, en Betania, Lázaro cayó enfermo, causando angustia y preocupación en sus hermanas. Buscaron a Susana, su prometida, para ir a decirle a Jesús: «Señor, mira, el que Tú amas está enfermo. Cuando Jesús lo oyó, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por medio de ella.» (Juan 11:3-4). Susana no entendía por qué el Maestro no fue con ella ni por qué le había dicho eso.

Cuando llegó con Lázaro, él ya había muerto, lo cual les causó un gran dolor a ella y a sus hermanas. Pasados dos días, Jesús decide regresar a Judea. Les comenta a Sus discípulos, pero ellos se niegan debido a su preocupación de ser apedreados. Él les responde: «¿No hay doce horas en el día? Si alguno anda de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo. Pero si alguno anda de noche, tropieza, porque la luz no está en él. Dijo esto, y después de esto añadió: Nuestro amigo Lázaro se ha dormido; pero voy a despertarlo. Entonces Jesús, por eso, les dijo claramente: Lázaro ha muerto; y por causa de vosotros me alegro de no haber estado allí, para que creáis; pero vamos a donde está él.» (Juan 11:9-14).

Cuando llegan a Betania, Lázaro ya llevaba cuatro días muerto. Varios han ido a consolar a Marta y María, hermanas de Lázaro. En eso, le avisan a Marta que Jesús está llegando, así que ella sale corriendo a buscarlo, dejando a su hermana menor en casa. Al encontrarse con el Maestro, le dice: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Aun ahora, yo sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá. Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.Marta le contestó: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final.Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en Mí, aunque muera, vivirá,y todo el que vive y cree en Mí, no morirá jamás. ¿Crees esto? Ella le dijo: Sí, Señor; yo he creído que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que viene al mundo.» (Juan 11:21-27).

El Mesías pide ver a María, así que Marta la busca para encontrarse nuevamente con Jesús. Al llegar, las dos hermanas se presentan delante de Jesús. Conmovido por la muerte de Lázaro, pide ir a donde lo han sepultado. Al llegar, perciben un olor fétido y Jesús manda que quiten la piedra que cierra el sepulcro. Marta advierte: «Señor, ya hiede, porque hace cuatro días que murió». Jesús responde: “¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios?”. Luego quitan la piedra. Jesús alza los ojos y dice: “Padre, te doy gracias porque me has oído. Sabía que siempre Me oyes, pero lo dije por la multitud que Me rodea, para que crean que Tú me has enviado”. Hablando con voz fuerte, grita: “¡Lázaro, ven fuera!”. El que había muerto sale, con los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús dice: “Desátenlo y déjenlo ir”» (Juan 11:39-44).

Todos los presentes quedan sorprendidos y dejan de dudar, creyendo que Jesús es el Hijo de Dios. Por otro lado, Pedro y Judas están preocupados porque la noticia llegará a oídos de sus enemigos y podrían intentar matarlos.

Caifás y su odio hacia Jesús

Algunas personas que estaban allí van y le cuentan al sumo sacerdote sobre el milagro que Jesús hizo. Él se molesta y niega tal cosa, tratando de desacreditar los milagros del Mesías. Dijo que solo le causarán problemas con Pilatos y perderán el poco apoyo que tienen del pueblo. Como resultado, Caifás y su cuñado no solo quieren matar a Jesús, sino que se les ocurre matar a Lázaro para que el milagro muera y la gente deje de creer en las enseñanzas y en que Jesús es el enviado de Dios.

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