¿Hablar con el alma o con el espíritu?

Sabemos la importancia de predicar la Palabra de Dios, pero no siempre que se habla de la Biblia para las personas aparecen los poderosos resultados de la predicación.

Y al pensar en esto, me vino el pensamiento de que la razón de esta distinción radica en DÓNDE penetra la Palabra, porque, al igual que hay diferencias en la constitución del ser humano (espíritu, alma y cuerpo), la prédica también puede llegar a diferentes dimensiones al ser anunciada.

Pablo entendió esto, ya que se negaba a predicar con sabiduría humana (1 Corintios 2:4), aunque la poseía, pues era un erudito en las Escrituras. Esto se debe a que la predicación llena de argumentos humanos y discursos elocuentes puede persuadir, pero no promueve la conversión genuina. La predicación con recursos humanos puede hablarle al alma, pero no al espíritu.

Por eso, hay diferencia entre predicadores. Algunos son excelentes comunicadores y atraen multitudes con sermones emotivos, música melodramática, gesticulación exagerada y carisma, pero todo lo que hacen es superficial, ya que solo penetra en el alma.

Mientras que otros pueden no tener ese magnetismo con el público o una buena fluidez en el vocabulario, pero cuando predican, el Evangelio llega directamente al espíritu del oyente.

Por lo tanto, aquellos que viven y se mueven por el Espíritu de Dios, cuando anuncian la Palabra, esta sale de su boca como una espada afilada de dos filos. Y esa Palabra tiene tanto poder en la boca del verdadero siervo de Dios que divide al alma del espíritu, y separa los pensamientos de las intenciones del corazón (Hebreos 4:12).

El alma y el espíritu, la emoción y la razón solo pueden ser separados con la Palabra. ¡Nada más es eficaz para penetrar en accesos tan íntimos y para desmembrar elementos tan unidos!

P. D. ¿Qué tiene en común la foto con el texto? Todo. Bastó que Jesús le dijera a Zaqueo que bajara del árbol y eso fue suficiente para que él se convirtiera.

¿Vamos a hablar con el espíritu?

Por Núbia Siqueira

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