El rencor entra, pero difícilmente sale: cuidado con esta grieta

Quien guarda rencor tiene la tendencia de mirar solamente su propio lado. El hecho de centrarte solamente en ti mismo y no considerar al otro es una forma garantizada de guardar rencor, porque eso hace que solo pienses en tus razones e ignores totalmente las causas de la otra persona, siendo ellas justificables o no.

En cada situación que involucre a dos personas, existen 2 puntos de vista.

En un accidente de coche, por ejemplo, existen 2 historias. Si conversas con dos testimonios que presenciaron el mismo accidente, ellas darán testimonios diferentes. Si conversas con los involucrados en el incidente, las historias serán aún más dispares. No importa quién estará diciendo la verdad o estará mintiendo: existen puntos opuestos. Es decir, desde tu punto de vista habrá una conclusión, pero desde la perspectiva de otra persona habrá otra. Entonces, si no comprendes eso, terminarás resentido fácilmente.

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Supón que necesitas un empleo urgentemente y conoces a un pariente o un amigo que tiene una empresa y le pides una oportunidad a él. Dicho esto, esa persona te dice que no puede ayudarte en ese momento. Tú, al ver solo su lado, le guardas rencor a aquella persona, no obstante, no analizas el motivo por el cual ella se negó a hacerte aquel favor.

Cuando no buscas entender las acciones de las personas que están a tu alrededor y haces de eso un motivo para que ellas «mueran» para ti, el único perjudicado eres tú mismo. Tal vez esa persona de ese ejemplo no tenía las condiciones de darte un empleo en ese momento, no había vacantes en la empresa o quien está trabajando ahí necesitaba el empleo más que tú. ¿Entiendes que puede existir el otro lado de la historia?

Las personas que guardan rencor se resisten a ver el otro lado, pero ellas tienen la facilidad de enfocarse en sus razones. Ellas escuchan el rencor en su mente como un disco rayado y la alimentan, y cuando actúan así, se vuelven amargadas y difíciles de tratar. Entre más resentimiento alimentes, más amargado(a) te vuelves y más te apartas de las personas. Empiezas a pensar que nadie es confiable y te aíslas, o, a causa de que alguien te hizo algo en la iglesia, ya no vas a la Casa de Dios y comienzas a buscarlo en casa estando tú solo.

Necesitas entender que el mundo no gira a tu alrededor y, si no aprendes a lidiar con eso, serás devorado o destrozado por tus sentimientos y las personas. Entonces, despierta, practica la Palabra de Dios, perdona, camina la segunda milla y da la otra mejilla. Si no logras practicar eso, tu fe solo será una teoría.

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