El intento de arrestar a Jesús en el templo falla

La fiesta de los Tabernáculos continúa en Jerusalén. En las calles, Judith, esposa de Caifás, se encuentra con Juana y la esposa de José de Arimatea, ella les confiesa que el Sumo Sacerdote no descansará hasta ver a Jesús lapidado.

En otra parte de la ciudad, Shabaka se preocupa por ver triste a su hija adoptiva a causa de la frialdad de Lázaro. Así que decide hablar con él y aclarar las cosas, sobre todo que no la rechace porque ella se vio obligada a participar en el torneo organizado por Pilato. Después de esta plática, Lázaro intenta reconciliarse con ella, solo que ahora Susana se muestra distante.

Magdalena se muestra inquieta por la propuesta de Judas, por una parte porque ella está herida tras ver a Petronio con otra mujer y, por la otra, porque el apóstol se muestra insistente en querer acercarse a ella bajo la excusa de que, a diferencia del centurión, él sí sigue a Jesús.

En el estanque de Siloé, Tadeo está con Helena, quien se había escapado del palacio para verlo. Pero al enterarse de este plan, Claudia llegó y reprendió a su hija. Helena quería irse con Tadeo, pero él le dijo que le hiciera caso a su madre, sobre todo diciéndole que una relación no comienza bien haciendo lo incorrecto. Ya en el palacio, Claudia le dijo a Helena que no pusiera en peligro al apóstol o su padre mandaría a matarlo si se entera de que Tadeo en realidad está vivo.

En el templo…

Mientras tanto, María se encuentra en el templo recordando como si fuera ayer lo que dijo el sacerdote Simeón el día de la presentación de Jesús recién nacido, de que Él vino para la caída y la elevación de muchos en Israel, que será mal comprendido, cuestionado, rechazado y, de ese modo, serán revelados los corazones puros y mostrará quién está del lado de la verdad. Sin embargo, le advirtió que la espada atravesará su corazón.

De repente, en el templo apareció Jesús y comenzó a enseñar. A la vez, Caifás y Anás se estaban cuestionando si era el momento de arrestarlo. Pero decidieron no hacerlo porque llegó Petronio, quien estuvo escuchando un tiempo las Palabras de Jesús. En eso, el Sumo Sacerdote empieza a acusar a Jesús de impostor. No obstante, llegaron algunos discípulos y algunas de las mujeres, incluida Magdalena. Al ver a esta última, el centurión se fue.

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Jesús es cuestionado, sobre todo si es el Mesías, pero Caifás destaca diciendo que no se sabe de dónde vendrá el Cristo, ante esto, el Maestro dijo:

«A Mí Me conocéis, y sabéis de dónde soy; y no he venido de Mí mismo, pero el que Me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis. Pero Yo le conozco, porque de Él procedo, y Él me envió»  (Juan 7:28-29).

Al escuchar eso, influenciado por satanás y por su miedo de que Jesús usurpara su lugar, Caifás quería arrestarlo, pero Anás le aconsejó no hacerlo porque el pueblo que lo apoyaba estaba ahí. Y en efecto, tanto los apóstoles como las personas que estaban presentes comenzaron a defenderlo, tanto por Sus enseñanzas como por los milagros realizados. Sin contener su ira, el Sumo Sacerdote le ordenó a Marco que arrestara a Jesús, pero no pudo porque Él dijo:

«Todavía un poco de tiempo estaré con vosotros, e iré al que me envió. Me buscaréis, y no me hallaréis; y a donde yo estaré, vosotros no podréis venir.» (Mateo 7:33-34).

Los fariseos intentaron burlarse de esta respuesta, pero no lograron su objetivo ya que Él logró irse sin ser detenido.

La invitación

Después de esto, José de Arimatea va a encontrarse con Jesús para invitarlo a cenar a su casa. El Maestro aceptó y la mayoría empezó a reunirse ahí en la noche. Al enterarse también, Adela corrió a avisarle a Diana, quien emocionada por la noticia, le dice al hombre hidrópico que es la oportunidad para que sea sanado por Él. Sin embargo, satanás intentó influenciarlo diciendo de que él sería recibido. No obstante, Adela y Diana hablan con él y logran convencerlo.

Mientras tanto, Caifás piensa que es una cobardía no poder arrestar a Jesús, sin embargo su esposa y su suegro le recalcan que era lo mejor para no alterar al pueblo. Y después de que el Sumo Sacerdote decidió retirarse a dormir, Judith le confiesa a su padre que está embarazada, pero de otro hombre.

En la cena organizada por Arimatea, todos pasaban un momento agradable, pero lo que incomodaba a algunos discípulos es sobre el peligro que corrió el Mesías.

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