“El Ayuno de Daniel fue mi oportunidad para tener el Espíritu Santo y cambiar mi interior”

“Por mucho tiempo, sufrí depresión, tristeza y angustia. Mi mal carácter me buscó problemas con todos, mi esposo y mis hijas eran los más afectados.

Estaba tan amargada, insegura, resentida, frustrada e infeliz; sabía que algo me faltaba, pero no comprendía que podía ser.

Tomé y fumé queriendo llenar ese vacío, pero fue en vano. La soledad en la que me encontraba inmersa me hacía vivir en depresión y, muchas veces, al no verle sentido a la vida, pensé en quitármela.

Una noche de insomnio, mientras veía el programa de la Universal, escuché el testimonio de unas personas que habían pasado por lo mismo que yo y ahora estaban bien. Así que pensé: ‘si ellos pudieron vencer, yo también lo haré’.

Decidida a cambiar, acudí a la Universal. Cuando me desahogué y saqué lo que estaba dentro de mí, desde el primer día, salí distinta: al fin tenía la paz que había buscado por tanto tiempo. Poco a poco, usando la fe, vencí mis problemas, ¡me sentía diferente! Pero aún me faltaba algo…

Era el Espíritu Santo y para poder encontrarlo y recibirlo debía dejar algunas cosas que me estorbaban como el rencor.

Sabía que el Ayuno de Daniel era mi oportunidad, me esforcé por tenerlo, meditaba día y noche en la Palabra de Dios, oraba sin cesar, me alejé de lo que me separaba de Él y limpié mis pensamientos.

No fue fácil, sin embargo, logré ser bautizada. Cuando determiné que lo recibiría y lo busqué con todo mi corazón y mi alma, tuve una experiencia indescriptible con Él, mi interior se llenó de paz y amor. Así cambié lo que me faltaba y por fin la felicidad reemplazó al mal carácter.

Al transformar mi interior, se reflejó en mi exterior. Hoy soy feliz, determinada, no tengo ningún sentimiento malo dentro de mí y perdoné a todos. Tengo lo que en ningún lado encontré: Su Presencia” y la hallé en el Ayuno de Daniel”, Emelia Hernández.

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